Retornos

   Una semana más en que poder enfrentarme a ciertos retos de pensamiento con objeto de evitar el suceso vertiginoso que a fuer de acelerar una cierta errabundez del espíritu puede provocar las iras veladas y menos veladas de una insoportable comunidad laboral poltrona. Pero qué digo, es hora de pinchar algo elegante abandonándome y dejándome mecer por el elitista sonido del gran vocalista que llegó a ser Geoffrey Williams, pasando a continuación a la experiencia límite que siempre supone escuchar al mítico Jimmy Hendrix con la singular fuerza que le caracteriza. De acuerdo que no fue el mayor virtuoso en la historia de la guitarra eléctrica pero ese hueco lo suple de manera sobresaliente con el poderoso sentimiento que sabe insuflar a todas y cada una de sus creaciones. Qué me decís para corroborarlo del disco que ahora me subyuga y me lanza esta enigmática pregunta: "Are you experienced". Tal vez me sea dado detectar en estos sonidos una cierta austeridad ronca a que sin duda convida esta cinta a un tiempo histórica y actual. Eso baby, eso, permíteme que(d/m)arme en tu Fuego y volar a tu lado hacia esos descubrimientos que nos hacen mejores porque nos suponen una recreación de nosotros mismos. Ya no puedo sujetar mis contorsiones y mientras me volteo contra la estrecha alfombrilla que amortigua mis imparables espasmos, al ritmo sostenido de un desgarrado blues, viene a mi memoria mediatizada por la visión de un relámpago interno la excelente conversación de que pude disfrutar un día antes en esa ciudad maravillosa que es Alcalá de Henares. Sebas es un hombre con esa grandeza de pensamiento que desgraciadamente no suele abundar entre la ciudadanía actual, amén de poseer una generosidad fuera de lo común, y gracias a sus atrevidos razonamientos que se lanzan a un abismo de interrogantes tratando de aunar lo aparentemente irreconciliable, y pongo aquí el ejemplo de una sociobiología muy determinista con una filosofía política donde prima el carácter esperanzador del futuro, obtengo un duradero placer cuando los tres, mi amada, mi querido y desafiante pensador y yo mismo llegamos a la conclusión de que tales hipótesis nos conducen hacia un desorbitado sarcasmo que nos hacer reír y brindar por el incierto fin de la incertidumbre. También en nuestra interesante visita a la Universidad alcalaína, originario Colegio mayor de San Ildefonso, fundada en 1499 por el ilustre franciscano y Cardenal Cisneros que era Señor de Alcalá por ser arzobispo de Toledo, nos damos cuenta de cuán enorme distancia epistemológica, por así decir, de aproximación a los entramados del universo diría otro, nos separa de aquellos hacedores de saber. Pero tal vez menos del impulso humanista que movió a aquel extraordinario hombre, atravesado todo él por el espíritu renacentista de Erasmo de Rotterdam, y su equipo de sabios colaboradores a elaborar e imprimir la Biblia Políglota Complutense en latín, griego, hebreo y arameo. Observamos maravillados la fachada renacentista de Rodrigo Gil de Hontañón y a continuación visitamos el bello patio de Santo Tomás de Villanueva, el patio de filósofos y el patio trilingüe. La Capilla de San Ildefonso que alberga el enterramiento de Cisneros nos deja literalmente sin aliento. El Paraninfo permanece cerrado por una proyectada visita real. Como de costumbre, la monarquía marca privilegios inadmisibles. Y nos decimos entonces qué lejos nos quedan esas hazañas del espíritu, qué lejos nos queda simplemente llegar a concebirlas o imaginarlas. Pero no desfallezcamos por ello. ¿Acaso no publicó Francisco Díaz su "Tratado de todas las enfermedades de los riñones, vejiga y carnosidades de la verga" en 1588? ¿Por qué nosotros no habríamos de hacer algo semejante y escribir un definitivo "Tratado de todas las miserias de los reyes, política y expoliaciones de la economía" en 2005? La vieja y adorable Complutum se lo merece. Todo progresa en un eterno regreso. Es hora de reposar mientras alzo la mirada y presiono con ella la difuminada luz que se desdibuja en mi horizonte de visión. Mi mente activa el índice y ejecuta la operación. PUSH IT RETURN:

Antonio Chavarría: Volverás. Fallida historia de soledades y reencuentros protagonizada por el siempre infalible Tristán Ulloa y el cada vez más en alza Unax Ugalde. El personaje acertadamente encarnado por Ulloa trata de erigirse en contrapunto inadaptativo del polo conformista de una sociedad materializada en las expectativas generadas en el mismo núcleo de una familia burguesa de clase alta. Por oscuras razones que no acaban por aclararse del todo, el hermano díscolo optó en su momento por la independencia absoluta y eligió el inaconsejable sendero del perdedor. Juega, y mucho, lo que le convierte automáticamente en un animal acechante continuamente asediado por un inminente peligro de extinción vital. Su reencuentro no buscado con el hermano pequeño, más formal, con pareja algo estable y a punto de emigrar a los Estados Unidos con una beca de estudios, sumerge a éste en una novedosa, y hasta ese instante desconocidísima para él, manera de afrontar el desafío de la existencia desde la óptica fugaz, débil y tambaleante del funambulista al borde de la inevitable caída sin red. El abismo parece abrirse progresivamente a sus pies y poco a poco comienza a caer en la azarosa malla urdida por el desorientado tahúr, que si bien tuvo su minúsculo cenit de gloria y ahora es perseguido hasta la violencia física por premiosas deudas, hace en todo momento valer una extraña alegría vital, rayana con la irónica desesperación bien asumida, y termina por involucrar a su hermano menor en ciertos lances perversos como forma de prolongar el arte del juego en su propia vida. Frente a este complejo panorama, y cuando el realizador parece haber dispuesto adecuadamente todas las fichas de su particular juego escénico para que la catarsis de la tragedia opere por sí misma y a través de su propio mecanismo interior, es entonces cuando en lugar de arrojo demuestra injustificado pavor dando incomprensiblemente marcha atrás en su valiente planteamiento y se aferra a un tono pusilánime que contagia a los protagonistas y los finiquita mediante un desenlace que en ningún caso está a la altura de las expectativas creadas, mostrando y demostrando que los grandes relatos no sólo precisan de buenas ideas e interesantes actores sino que reclaman para sí de ese coraje creativo e inquisidor que únicamente los auténticos valientes pueden asumir. Se desperdicia en consecuencia una inmejorable oportunidad para haber resuelto una buena historia en ese lugar donde el final contundente y mordaz es el mejor punto desde donde atreverse a potenciar nuevas incursiones en territorios inexplorados o por el contrario demasiado desgastados por el uso para poder así lanzar sobre ellos refrescantes lecturas. Se deja ver.