MEMORABLE. Así resultó la Boda de nuestros queridos y admirados MARISOL y FALI celebrada el pasado día nueve de Octubre en la emérita capital de Extremadura, custodia de un bellísimo Anfiteatro Romano donde por fortuna continúan narrándose y representándose legendarias odiseas y mitológicas historias que mantienen intacto todo su poder de fascinación.
Alojados también en la aureolada y mítica ciudad, un grupo de heroicos invitados ocupan sus aposentos y se disponen a celebrar esta unión como se merece, dando rienda suelta a una alegría desbordada y acompañando a los novios hacia el ritual simbólico que sellará su unión bajo la atenta mirada de todo el Olimpo y demás corte empírea.
VIERNES. La llegada nocturna retrasa el anhelado encuentro entre los pretorianos y pretorianas que han ido llegando de forma escalonada, y tal vez esa demora haya logrado incrementar más si cabe la ya de por sí enorme emotividad intrínseca al propio desembarco. Oscar Legat nos recibe con un nuevo look de solemne madurez, y a continuación acude Teto a nuestro encuentro, comunicándonos la intención de avituallamiento en las proximidades del hotel Velada, concretamente en una cafetería próxima, a la que Ana, Osquitar y el infrascrito acudimos tras haber tomado posesión de nuestras habitaciones y encendido las correspondientes luminarias para honrar a lares y manes.
Al poco, ya dentro del establecimiento y echándonos al coleto proteínas y alcohol, Fali nos contacta y comunica su posición: permanece rehén de un grupo familiar cercano que mantiene vigilados todos y cada uno de sus movimientos de fuga. Nada podemos hacer desde nuestra actual atalaya para desplegar una hipotética operación de rescate, cobijados en el fortín de una eventual tormenta que descarga toda su furia sobre una calle de la que huyen apresurados los pocos transeúntes a los que el aguacero ha pillado por sorpresa y que presuponemos calados hasta los huesos. La cortina de agua distorsiona el rojo y ámbar de los semáforos, y mientras nosotros estamos dentro, felices, conversando animadamente acerca de varios temas y anticipando el gran día que está por llegar y vamos a vivir intensamente. Nos despedimos con efusivos abrazos y nos dirigimos hacia el merecido descanso. En un último y desesperado intento, Fali ha logrado burlar la vigilancia de sus captores y consigue llegar a nuestro puesto, pero es demasiado tarde, sólo encuentra a Osquitar de camino a su fortaleza mitológica (se aloja en el Zeus) en busca del encantamiento órfico, tras haber concluido con pericia y éxito una larga travesía de asfalto. Ana reclama mi presencia, y antes de complacer sus deseos recibo un mensaje de Fali: alerta, henchido de valor y compromiso, velará armas para afrontar el último desafío que le aguarda.
SÁBADO. Despertamos y tardamos un buen rato en expulsar la somnolencia, a lo que ayuda la puntualidad británica de Osquitar, que nos reclama en recepción para abordar nuestro preceptivo desayuno. Pero la cafetería que anoche acogió nuestra desinhibida alharaca, y quizás por el temor a sufrirnos de nuevo recién iniciado el nuevo día, permanece cerrada, lo que nos obliga a una rápida reacción compensatoria. La decisión es clara: dirigirnos hacia el centro histórico de la ciudad en busca del refectorio, para desde esa posición acometer el asalto al Anfiteatro. Así lo hacemos, dejando nuestra señal en el localizador del celebérrimo Chapi, EL MEJOR, a quien todavía no hemos visto pues la pasada noche hubo de retirarse para cumplir con el tierno cuidado de la pequeña y dulce Sofía al lado de su adorada Kathe.
Tras un copioso desayuno y el emotivo encuentro, nos sumergimos durante un breve lapso de tiempo en la brumas de la historia, y visitamos las ruinas del mayestático Anfiteatro Romano de Mérida, imaginando cómo llegarían a impactar aquellas comedias y tragedias representadas en el proscenio. Mariete echa de menos un guía para que oriente conceptualmente nuestra visita y pensamos que allí existe un filón para las nuevas generaciones dispuestas a ofrecer soluciones novedosas a esa demanda. El lugar es mágico, impresiona profundamente, y en nuestro interior cada uno de nosotros hace la solemne y fiel promesa de regresar.
En la salida se reúne el numeroso grupo y nos dirigimos hacia el encuentro de Fali, radiante, eufórico, afable, siempre atento y cordial, que nos conduce hacia la que muy pronto se convertirá en su vivienda habitual, situada en un paraje natural bellísimo, en las inmediaciones del embalse de Proserpina, pues no en vano ha sido coronado recientemente como campeón de España de piragüismo en su categoría, y pertenece además al equipo familiar fundador del club dedicado a este honorable deporte en Mérida. La mansión es inmensa, con una potencialidad enorme, y las posibilidades de configuración que se adivinan nos dejan a todos con la boca abierta. Mientras nos explica con detalle todos sus planes, una abeja comete el error de aproximarse al grupo y Fali le recuerda con un gesto de determinación (y casi de terminación) que ese es un terreno vedado: Mariete emula la expresión entre sorprendida y asustada del insecto, y la común y tonante carcajada rompe inesperadamente el arrullo del silencio mezclado con la conversación y las ráfagas de viento, provocando una exaltación momentánea a modo de elemento exótico dentro de ese fondo de embriagadora calma.
Desde allí la caravana se dirige en estricto orden de seguimiento hacia el refectorio. Abundancia de carne y salsas provocarán una posterior estampida hacia una ligera siesta, pues a las seis y media pondremos rumbo hacia Valverde de Mérida, donde tendrá lugar la ceremonia, para a continuación regresar al mismo hotel Velada, centro neurálgico de las anheladas celebraciones. A la hora de partir, vemos aproximarse a Mariano con porte duro y enérgico, y durante un instante trastocamos la noción de la realidad asignándole toda la seguridad del magno evento al colocarnos nosotros mismos en posición de meros observadores externos. Su envergadura, esas estilosas gafas de sol y un bonito traje de corte clásico han hecho que proyectemos esa imagen de forma casi automática. La encantadora Encarni pronto acude a sacarnos de nuestra ensoñación y devuelve la sonrisa amable al rostro de su amado. A la vez que el novio, elegantísimo, ultima los saludos a todos los presentes y recibe los oportunos y merecidos agasajos de todos ellos, distintas voces procedentes de varios puntos cercanos llaman a embarque. Se abren y cierran apresuradamente puertas, rugen los motores, comienzan las maniobras y las naves enfilan hacia su próximo destino.
La Iglesia del municipio es hermosa y cuenta con bellos y llamativos paramentos; su envidiable austeridad potencia su calidez y la convierte aun en más acogedora, y es precisamente su recatado esplendor el que abre las puertas para recibir la feliz unión entre los dos novios, mientras el conjunto de la parroquia pulsa con frenesí los botones de sus cámaras de foto y vídeo, y se emociona profundamente al escuchar las palabras pronunciadas por los dos contrayentes, que además han optado por una fórmula preciosa y muy poco habitual para proclamar su juramento de amor y fidelidad eternos. En el exterior del templo la noche ha comenzado a extender su negro manto pero ha tenido a bien respetar la triunfal salida de la pareja aplazando la lluvia, como si las mismas y amenazantes nubes que unas horas antes desataban un pequeño diluvio sobre el terreno hubieran decidido contener sus copiosas lágrimas de emoción en el momento más apropiado, suavizando también las rachas frías de viento al contacto con la fogosidad luminosa del ambiente.
Sea como fuere, y previendo que el llanto celestial podría no tardar demasiado en producirse, nos subimos velozmente en los autos y ponemos rumbo hacia el lugar de celebración, donde somos recibidos con un espectacular cóctel de bienvenida, pasando a continuación a disfrutar de una cena deliciosa, suculenta, que nos deja exhaustos y obliga a un ligero reposo para afrontar con garantías la gran fiesta que nos espera. En ese solaz hemos departido vivamente con Ruth acerca de las esclavitudes psicopedagógicas que conlleva toda paternidad que se precie, y tenido tiempo de experimentar un incontrolable ataque de risa debatiendo con nuestro querido Legat acerca de las bondades de la vida monástica, que él defiende a capa y espada como opción legítima de liberación suprema, desmintiendo en el fondo su autoproclamada aversión gregaria (“más de cuatro ya son multitud”): es complicado encontrar en el mundo un hombre de corazón tan sincero y puro, incapaz de albergar atisbo alguno de ocultación o asechanza. Pero fiel a sus principios solipsistas, desaparece cual avezado taumaturgo y todos nos acabamos preguntando por qué no hicimos más para retenerlo a nuestro lado o disuadirle de que aceptara la tiranía del hábito. Así que el baile da su pistoletazo de salida con los recién casados en el centro de la pista, arrebujados, felices, cruzando miradas cómplices y regalando sonrisas a un público que los observa desde la semioscuridad con arrobada delectación. Transcurridos unos pocos minutos, y también animados por el gesto reclamante y solícito del novio, el resto de invitados decide escoltar a la pareja, provocando inmediatamente la aceleración de las sonoridades y ritmos remezclados por el DJ (en este caso no es Rubensito el que pone los discos), un hábil profesional capaz de animar adecuadamente a los danzantes incluyendo sus propias coreografías a pie de pista, un verdadero showman que nos hace disfrutar al máximo on the dance floor.
Entre copas y contorsiones, ya bien entrada la noche, y habiendo hecho suficiente acopio de inexorable ebriedad, algunos combatientes decidirán retirarse para acto seguido buscar con denuedo la relajante quietud de sus estancias. Pronto llegará el sueño y en sus rostros podremos ver dibujada una sonrisa de auténtica satisfacción por el deber cumplido.
DOMINGO. Duro resulta el despertar cuando se está envuelto entre los algodones de un sueño plácido y profundamente reparador. Pero la obligación manda y poco a poco, tras las respectivas duchas que desentumecen los adormecidos sentidos, todos los miembros del nutrido grupo afluyen al recibidor del hotel, donde nos citamos para el ulterior desayuno, no sin antes haber abrazado al radiante desposado, que tras solucionar unos asuntos nos reúne de nuevo acompañado de su flamante esposa, Marisol, cuyo carácter es un verdadero dechado de afabilidad, generosidad y simpatía, para de esta forma, otra vez todos juntos, disfrutar de unos momentos de pertinaz camaradería antes de la impostergable partida.
Algunos, los más afortunados, podrán disponer de unas cuantas horas más gozando de una comida convocada para los amigos y familiares de los novios, amén de continuar visitando las joyas arqueológicas que sazonan una ciudad que ocupa sin duda uno de los lugares más imponentes e imprescindibles dentro de la historia de España. Otros, los menos, ajustamos la meta en el GPS (físico o mental), cruzamos los cinturones, acomodamos nuestros lozanos cuerpos en los asientos, y cerramos instintivamente los ojos, como si quisiéramos saborear de nuevo todo lo sucedido o tal vez con la fantástica esperanza de abrirlos y encontrarnos de nuevo en el comienzo de este maravilloso viaje.
Por Adri
ELENCO PROTAGONISTA
SPONSA ET SPONSUS: Marisol y Fali
VENUSINAS HONORABILIS: Ana, Ruth, Kathe y Encarni
PATER MISTAGOGUS: Oscar Legat
GUARDIAE PRETORIANAE: Teto, Mariano y Mariete
CONSULI DIPLOMATICUM: Rubensito
PUBLICALOTODUM: Osquitar y Adri
CAESAR AUGUSTUS: Chapi
SAPIENTIAE LUX: Sofía
FOTOS DEL EVENTO
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