Una semana más que resulta ser precisamente eso, más. El Rincón se prepara de nuevo para un más que merecido descanso y suspende su actividad crítica hasta la próxima cita tras los presentes con que será oportunamente obsequiado por los reyes mágicos. Vuela un año más, un espacio más, un tiempo más en que desgraciadamente el mundo circundante no va a más, sino todo lo contrario. El menos se ha convertido en monarca absoluto. Menos solidaridad, menos crítica, menos pensamiento, menos bondad y menos sentido. Más mentira, más especulación, más hambre, más ficción, más memez. Pero nosotros apostamos por otro más para contrarrestar su empírico menos: Más Esperanza. Tal vez irracional, infundada, irreal, imaginaria, sí, todo lo que se quiera, pero mantenida por encima de del fracaso colectivo en que ha llegado a convertirse el mundo actual. Porque si el universo social se derrumba ante nuestras narices nosotros todavía disponemos de armas con que combatir ese desánimo. Poseemos arte, poseemos buen cine, poseemos gran literatura, poseemos amor y afecto entre nuestros allegados más directos; en resumen, disfrutamos más. Frente a los espejismos propuestos por quiméricos goces absolutos, nosotros no cedemos en nuestro particular deseo de más para de este modo no desesperar y continuar viviendo mediante los señuelos elegidos desde nuestra humilde posición de hablantes. Es preciso dejar así que la palabra nos afecte más, que nos haga gozar con su advenimiento inopinado, mediante su sorpresa súbita, y que así el trabajo de la metáfora se convierta en algo más. ¿Dije palabra? Lo cambio porque nos trastoque cualquier significante proveniente del carrusel de la sombra, un sonido, una nota. Así es como quiero más y me dejo inundar por las sublimes, extremas, bellas y enigmáticas "Sonatas del Rosario", también denominadas "del misterio" o "bíblicas", escritas por el compositor bohemio y virtuoso instrumentista Heinrich Franz Von Biber (1644-1704) antes del año 1680? Su hermosura sólo es parangonable a todo el torrente interpretativo y simbólico a que su estudio puede dar lugar. Extrañas conexiones entre las diferentes sonatas cuyas referencias delimitan el cumplimiento del trágico destino del Cristo, desde su anunciación hasta el fatal desenlace de la Pasión; la numerología oculta en el conteo global y parcial de las notas; y por fin esa maravillosa passacaglia final construida a partir de 65 repeticiones del mismo tetracordo descendente (sol-fa-mi-re). Catorce de ellas precisan "scordatura", es decir, una reafinación del violín. La sensación de equilibrio perfecto entre improvisación y ajuste a una estructura formal es abrumadora. La embriaguez total. ¿Qué enigmáticas conexiones guardaban estas maravillas musicales con oscuras teorías sobre la naturaleza y los afectos emitidas por un personaje como Athanasius Kircher? ¿La música puesta al servicio de un relato sacado de lo natural? ¿La creación musical capaz de trastornar los afectos por vía no consciente? Embriagado como me hallo por la armonía extraída de mi particular ángel de la guarda, trato de disipar la neblina difusa que recubre la parte posterior de mi cráneo y controlo el dolor recogiéndome en el silencioso abrazo interior que ella me proporciona. Un paso más y en ese mundo de sombras podré tender la mano hacia el esperanzador punto de luz. PUSH IT MORE:
Roger Corman: El hombre con rayos X en los ojos. Mítica película ésta de Roger Corman que una vez rescatada de los oscuros sótanos del olvido y revisitada sin prejuicios y con los ojos bien abiertos, resulta ser una sorpresa más que agradable ya que amén de irónica, atrevida e irreverente, y por debajo de las superficiales apariencias, nos regala una sombría y perturbadora historia que indaga sin contemplaciones sobre el auténtico carácter enigmático, turbador e insondable del verdadero deseo de conocer. Porque, ¿qué puede suceder cuando la mente humana se empecina en cruzar los límites que le impone su propia razón y se adentra en territorios inexplorados en que comenzar a descubrir los ocultos misterios del universo? Aun más, ¿nos está permitido a nosotros, figuras arrogantes e insignificantes, habitantes de un cosmos frío e indiferente, realizar preguntas acerca del sentido último de nuestra existencia? ¿No habremos de pagar un precio demasiado alto si osamos interrogar sobre el conocimiento primero, el substrato epistemológico basal, desvelador de los intrínsecos mecanismos responsables del movimiento vital? El doctor X, magníficamente encarnado por un atormentado Ray Milland, descubre la fórmula que cree le va a permitir elucidar aspectos hasta ese momento vedados a observación científica y, dadas las reticencias y resistencias procedentes de la comunidad médica financiadora para apoyar sus investigaciones, decide tomar las riendas del asunto y proseguir la experimentación sobre su propia persona. Serán a partir de ese instante sus ojos los que recibirán la revolucionaria sustancia cuya aplicación a modo de gotas aumentará progresivamente la sensibilidad de visión, provocando modificaciones estructurales a nivel del córtex cerebral que permitirán al sufrido oftalmólogo ir evolucionando rápidamente hacia la contemplación de realidades cada vez más ocultas. La metáfora utilizada por el filme es la de un ahondamiento serial a medida que los efectos de la química se van multiplicando con la aplicación de las gotas, de carácter ciertamente adictivo, que entra en directa conexión con teorías cognitivas sobre la profundidad creciente en los niveles de procesamiento a medida que el significado conceptual se complejiza. Pero lo realmente genial del guión es que no se queda sencillamente en estas cuestiones y plantea consecuencias existenciales tan inequívocas como inevitables cuando se ha traspasado cierto límite en el camino del conocimiento, entroncando de esa manera con reflexiones de corte moral y ético. Es así precisamente como el protagonista, en idéntica medida a sus revelaciones sobre la esencia definitiva y fundamentadora de las leyes biológicas, va descubriendo al mismo tiempo los efectos morales devastadores que para él mismo representan tales hallazgos, convirtiéndose en involuntario asesino, rozando la locura megalomaníaca y viéndose definitivamente abocado a una soledad fruto de su aislamiento defensivo. La transformación morfológica del aparato de la visión adquiere la misma tonalidad que el color sombrío de sus últimos descubrimientos, la destilación de una idea oscura y pesimista que le llevará a cometer un innombrable acto de violencia contra sí mismo, el mismo castigo edípico a que cualquier hombre habrá de ser sometido por parte de los dioses del Universo cuando su curiosidad intelectual mezclada con su arrogancia y deseo de omnipotencia se conjuguen para destripar el indescifrable (sin)sentido del absurdo. Sencillamente imprescindible.
Pedid paz y armonía a los reyes mágicos. Estoy seguro de que se os concederá sólo a medias. También es justo que paguéis por vuestros pecados anuales. Así que procurad ofreceros una sensible mejoría durante los meses venideros. Por cierto, el Rincón admite todo tipo de regalos en beneficio de la cultura, la tradición y el buen progreso (abstenerse neocons esperanzados y progres de la vogue).
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