NUEVO Y PROMETEDOR CINE DE TERROR
Parece un hecho comprobable, o al menos perceptible, que el cine de terror pudiera estar experimentando un nuevo impulso digno de reconocimiento y mención, intrigas de terror psicológico donde directores jóvenes y/o debutantes resaltan en inquietantes propuestas estéticas, con un sorprendente dominio del ritmo y el tiempo fílmicos, capaces de generar con inusitada destreza una acerada tensión sostenida y equilibrada a través de construcciones más preocupadas por lo atmosférico, deliberadamente abstracto, que por la coherencia internamente detallista del relato. El resultado es verdaderamente prometedor, y no podemos por menos que ilusionarnos por lo que tal vez, ojalá, esté pronto por llegar. Merecen ser seguidos y de qué forma los responsables de “It Follows” (David Robert Mitchell), “The Babadook” (Jennifer Kent) y “Oculus” (Mike Flanagan). Quedáis avisados.
FILTH de Jon S. Baird (2013)
Comedia muy negra que pretender virar hacia el drama sombrío, sin lograrlo del todo o al menos no con el éxito perseguido, pero sumamente entretenida y, a ratos, transgresora, y ello fundamentalmente por dos razones bien detectables: a) Se basa en una novela de Irvine Welsh (en la línea de la aclamada “Trainspotting”), y b) Se sostiene sobre los poderosos hombros interpretativos de un enorme JAMES McAVOY dando vida a un tipo desagradable y cínico, políticamente incorrecto (siempre es de agradecer), que busca una difícil redención a través de la denigración propia en forma de odiar y hacerse odiar por el entorno laboral/criminal que le rodea. ¿Logrará la ansiada paz? Las reglas, también aquí, son las mismas.
LOS MINIONS de Kyle Balda y Pierre Coffin (2015)
A la espera de que la nueva entrega de Disney-Pixar sea un auténtica obra maestra (eso van diciendo por ahí), os confieso que fui demasiado inocente al caer en la trampa de “Los Minions”, no tanto por la película en sí (que es rematadamente mala, como tantas otras), sino por haber otorgado el beneficio de la duda a una producción perfectamente previsible en su seductora y, por qué no decirlo, perversa mecánica significante, y, evidentemente, también muy previsible en su palmario afán mercadotécnico de ir forjando un tipo de espectador muy concreto, de usar y tirar, a imagen y semejanza del efímero producto que consume, sin capacidad crítica y completamente fascinado por imágenes vertiginosas y atronadoras que simplemente “se deslizan” al azar, en un frenesí metonímico que no esconde ningún significado porque simplemente no existe, imposible de hallar tras historias abruptas y con personajes planos, estereotipados, y en algunos casos también deslizando peligrosos arquetipos sexistas tras voceríos histriónicos y desaforados. Es el caso. Y el problema es que a los niños asistentes a la proyección (cuyas risas en realidad pude contar con los dedos de una mano), el tal engendro animado pareció dejarles satisfechos, tal vez porque incapacitados para verbalizar su malestar inconsciente no tengan mejor forma de anularlo que omitirlo de la conciencia justificando el esfuerzo. Esto se pone feo para las nuevas generaciones, y efectivamente no habrá quien lo remedie. Ya que la ambientaron en los 60, y dado que el propio Jon Hamm ha participado prestando su voz al esposo de la villana, ¿qué tal un guiño a los sufridores padres con Don Draper abismado en sus pensamientos mientras el mundo se derrumba a su alrededor? A los críos podrían haberles engañado con un “nadador” adentrándose en las aguas tranquilas de una playa bulliciosa y sonriente sembrada de multitud de pequeños círculos rellenos de sombra. Con suerte, le habría seguido todo el equipo de la película.
DRUG WAR de Johnnie To (2012)
Johnnie To es un director excepcional, y lo es en todo caso mucho más que otros colegas suyos injustamente sobrevalorados (¿en quién estoy pensando? Es fácil). Sea como fuere, el gran director chino cuenta en su haber con algunas grandes películas, otras que lo son bastante menos, y al menos una Obra Maestra total, incontestable y absoluta como sin duda lo es la enorme y grandiosa “Election”. Pero sin duda el Maestro todavía tiene cuerda para rato, y por eso ha sido capaz de filmar con brillantez esta fabulosa “Drug War”, regalándonos uno de esos personajes memorables que se nos quedan pegados a la retina de forma indeleble, con una dirección sencillamente prodigiosa, sin exabruptos innecesarios en la trepidante acción (siempre necesaria en determinados momentos del relato) mas siempre con la capacidad innata en este realizador de generar una tensión creciente a base de un montaje milimétrico y una cámara que recoge con precisión los momentos clave para que no nos perdamos en la densidad relacional de lo que estamos viendo, orientándonos en la maraña de escuchas, transacciones y traiciones de la que son presa unos personajes inmersos en la violencia y abocados a la tragedia. Absorbente.
UN TOQUE DE VIOLENCIA de Jia Zhangke (2013)
Violencia como venganza, como recurso, como defensa, como salida, como contexto y, por supuesto, como destino. Sombría, cruda, naturalista y simbólica, la China reflejada por la magna obra de Jia Zhangke es el jodido corazón de las tinieblas. Imprescindible.
MADRE E HIJO de Calin Peter Netzer (2013)
Luminita Gheorghiu da una lección interpretativa memorable. Dura, intensa, sofocante, seca y descarnada, la película del rumano Calin Peter Netzer confirma el buen momento que atraviesa el cine rumano (recordemos las imprescindibles "La muerte del señor Lazarescu" y "4 meses, 3 semanas, 2 días"). Y que siga la racha. Muy buena.
TERMINATOR GÉNESIS de Alan Taylor (2015)
Lamentable, patética, penosa, posiblemente de las peores películas que uno pueda haber padecido durante los últimos años. No conviene perder más tiempo con basura semejante, algo que denota bien a las claras que: a) el gañán que escribió el guión debió de creer que somos imbéciles, b) que el pobre Arnold está perdiendo la chaveta si es capaz de rodar un bodrio tan infumable, y c) como me encuentre al director y a sus inútiles actores (sabíamos que Khaleesi era mala, pero no nos imaginábamos hasta qué punto) lo de ser perseguido por un T-1000 les va a parecer un juego de niños. ¿No tienen vergüenza? ¿Quieren terminar definitivamente siendo el hamerreír del mundo del Auténtico Cine? ¿Dónde han aprendido a escribir tan mal, interpretar pésimamente y dirigir peor? ¿Por qué narices no nos han devuelto el jodido dinero de la sesión? Malditos bastardos. ¡¡¡FUERA DEL CINE!!!
DESCIFRANDO ENIGMA de Morten Tyldum (2014)
Buena película esta “Imitation Game”, que es el título original y que mejor respeta, creo yo, el auténtico “enigma” (existencial más que informático) que anima la historia de Alan Turing (inspirado Cumberbatch), una mente brillantísima capaz de idear las “bombas” desencriptadoras de los códigos cifrados por la máquinas nazis “Enigma” - responsable por tanto de haber acortado la Gran Guerra en al menos dos años -, y que pagó muy caro su condición de homosexual al ser injustamente condenado a una castración química que concluyó en depresión y posible suicidio. Amén de este periplo, necesario desde luego en una aproximación al personaje, la cinta nos deja dos joyas filosóficas de altos vuelos y reflexión continua; por un lado la famosa Prueba de Turing acerca la posibilidad del pensamiento en/de las máquinas, construyendo la genealogía del Juego de la Imitación en función del primer amor del genio y su pérdida (recordemos que John Searle trató de refutar la Prueba a través de su experimento mental de la “Habitación China”, y en esas estamos); y por otro, la confrontación directa con los efectos reales de la Ley del Doble Efecto conceptualizada a partir de los también experimentos mentales ideados por las filósofas Philippa Foot y Judith Jarvis Thomson, todo un desafío ético dentro de una situación sacrificial límite en condiciones de extrema tensión vital. El trabajo de los actores resulta impecable y, en algún momento, concederíamos hasta el notable (cómo nos gusta Charles Dance), bien que los tics de la Knightley se vienen mostrando demasiado cargantes por previsibles. Perfectamente recomendable.
UNA BALA EN LA RECÁMARA de William Kaufman (2012)
Esto no puede ni debe llamarse Cine, estamos de acuerdo, mas esa no es la cuestión (entre otras cosas, porque no hay cuestión) que ahora nos desocupa. Aquí el temita o temazo es el mítco DOLPH LUNDGREN, definido en este engendro como un "Sinatra con muchos esteroides", y que sin duda justifica el padecimiento de este atentado contra el Cine (acelerad la reproducción hasta sus escenas) por la socarronería que desprende, su esteroídica naturalidad, su ironía mamporrera, sus memorables chistes malos, y qué puñetas, su sola e imponente presencia. Siempre grande nuestro admirado Dolph. Lo del pobre Cuba (con citas bíblicas incluidas) no tiene perdón de Dios ni calificativo que esté a su bajura... bueno, sí que lo tiene, pero lo dejo “en suspenso”. ¿La califico? Me faltan negativos.
ELISA, VIDA MÍA de Carlos Saura (1977)
El Maestro SAURA nos regala esta maravillosa película trascendiendo espacio y tiempo, superando condicionantes y prejuicios, más allá de su aparente opacidad en sus múltiples capas de lectura, asentadas evidentemente en egregios referentes culturales y literarios (Satie, Rameau, Garcilaso, Calderón, Gracián) pero, y he aquí lo verdaderamente importante, no siendo o no reduciendo su potencia a una mera escenificación teatral dentro del encuadre planificado sino, al contrario, apostando por una dramaturgia perfectamente engarzada al espacio visual propiamente fílmico, lo que significa que la obra funciona de forma autónoma, CINEMATOGRÁFICA, otorgando la primacía a la metonimia de las imágenes (cómo indagar si no en los insondables laberintos del recuerdo y la emoción asociada), y construyendo en consecuencia un artefacto que es puro CINE, capaz de asimilar sabiamente la palabra literaria sin que chirríen los mecanismos de la narración apropiados a la exploración expresiva que se persigue y desarrolla. Abisal, compleja, densa y profundamente introspectiva, la de Carlos Saura es una joya de nuestro cine que merece ser revisada y reivindicada como una creación mayor de un autor ya considerado, y con todo merecimiento, como un clásico del cine europeo. Imprescindible.
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