Cátulo (extraído de su poema 51 – estrofas sáficas)
Una semana más siendo investido por la generosidad de un sentimiento que me subyuga, me conmueve, me pertenece y al que indudablemente pertenezco, ofreciéndome como resultado una especie de exaltación clarividente de los sentidos, dulces espasmos de lucidez que sabiamente entretejen razón y emoción en un universo de renovación experiencial y espiritual. He abandonado los coturnos de la cotidiana representación trágica y ahora calzo las sencillas sandalias de un pescador de Vida, sorprendido por un haz que reverbera animado por la luz de un tierno amanecer, perplejo frente al mismo orden de la existencia que todo contiene y fuera del cual no es posible concebir nada, extasiado ante la visión de una flor mecida por un viento de incierta procedencia, paralizado y movido a compasión infinita por el sufrimiento percibido en las mismas entrañas de la realidad. Escucho para celebrar este arrobo psicofísico la belleza contenida en las maravillosas notas que componen el "Concierto de Aranjuez" del maestro Rodrigo, y lo hago a la vez que recuerdo una visita de intensísima emoción que he podido realizar durante estos días de asueto; Zaragoza, una maravillosa ciudad cuyo particular encanto he gozado doblemente, recorriendo sus majestuosas calles, visitando sus legendarios monumentos (Ruta Romana, Medieval, Renacentista, Barroca: Basílica, La Seo, Aljafería, etc.), y en todo instante percibiendo la fusión con el alma afín, con la realidad que hace posible el cumplimento del mito platónico de un modo absolutamente empírico: Casi un bello paseo arcádico extraído de la más hermosa poesía bucólica renacentista. Es ahora cuando me libero por fin de las ligaduras consuetudinarias arraigadas en lo rutinario, cuando contemplo con nuevo ángulo de visión ciertos aspectos antes ocultos a mi penetrante visión, y asimismo puedo percibir a lo lejos el acompasado ritmo de un foco luminoso que me hipnotiza sin remedio. Ya no puedo evitarlo: PUSH:
Luis Puenzo: La historia oficial. Cuando la violencia descontrolada, la barbarie y la bruticie extremas ejercidas por un poder caníbal y aniquilador, dictatorial, se hace realidad para una conciencia hasta ese momento adormecida gracias a la anestesia proporcionada por una hipócrita inconsciencia, sostenida en un desconocimiento no exento de culpabilidad real, entonces surge un drama cruento y terrible en el seno mismo de esa mentira tolerada y fomentada, poniendo en tela de juicio todos los anteriores fundamentos en que asentaba una realidad vergonzante. Norma Aleandro (excepcional como siempre) descubre en la totalidad del horror que supone el hallazgo, el inconmensurable atentado cometido contra el derecho a la vida de los más inocentes, perpetrado impunemente por la maquinaria totalitaria argentina y sombríamente cristalizado en el horror trágico de unas madres en busca de sus hijos desaparecidos, la mayor parte asesinados impunemente por un sistema ideológico fascista autolegitimado en su brutal fuerza represora. Absolutamente necesaria. Muy Buena.
Michael Moore: Bowling for Columbine. Moore pare del hecho, de los datos: más de 11.000 cadáveres anuales por armas de fuego en USA. El contraste con Canadá es abrumador: con una ratio nº armas/población semejante o incluso superior, aquí las muertes ¡no superan las 400! Similar diferencia es mantenida con otros estados europeos... ¿qué está ocurriendo en realidad? ¿Cuáles son las auténticas variables socioculturales y económicas que podrían arrojar algo de luz sobre este sombrío enigma? Moore, realizador inteligente, irónico, lúcido y poseedor de un notable sentido crítico, se adentra con acierto en una investigación documental y bien documentada que efectivamente pueda sacar a la palestra algunas de las claves explicativas de esta hórrida realidad. Se emplea a fondo, tira adecuadamente de material de archivo, monta con sentido y unidad narrativa, intercala oportunas entrevistas, explora emociones más profundas, y ofrece como resultado una obra de singular valor sociológico a modo de hipótesis global explicativa de una realidad violenta que sólo es una minúscula punta de iceberg, un bloque sumergido de emponzoñadas raíces ancladas en una lamentable herencia de la cultura del Miedo, un terrible síntoma de patología social multideterminado por ocultos procesos de manipulación deliberada y alevosa capciosidad. No sólo es una gran película-documento, es más que eso, una obra imprescindible para despertar conciencias e inteligencias, un martillazo a la credulidad de la población para que se rebele con conocimiento de causa contra los vergonzosos e impunes manejos efectuados diariamente a través/gracias a las multiformes alianzas entre especulación bursátil-política-hipermedios. Por cierto, la historia de los EEUU que aparece en la cinta merece figurar entre una de las mejores sinopsis jamás conseguida. Muy Buena (*)
Gerardo Vera: Deseo. Vera investiga con acierto los oscuros resortes del Deseo (des/en)-carnado cuando las pasiones por ellos desatadas son llevadas a su paroxismo extremo, un estado de entrega "a dos" tan enigmático, brutal, extático, misterioso y mortal (recuérdese "El imperio de los sentidos" del maestro Oshima), que efectivamente puede conducir al aniquilamiento existencial absoluto. Todo ello perfectamente ambientado en la opaca España de posguerra civil y con dos intérpretes muy acertados en sus respectivos trabajos: ese cada vez más consolidado talento actoral representado por el extraordinario intérprete que ya es Leonardo Sbaraglia ("Intacto", "En la ciudad sin límites") y la estilizada Leonor Watling. Muy interesante.
Vincent Minnelli: Cautivos del mal. Indagación dura y sin concesiones la efectuada por el magistral Minnelli acerca del Mal y la Belleza incrustados en el vano, volátil y efímero universo de los mitos hollywoodinenses, un complejo tejido relacional urdido con el veneno de la manipulación, el poder y la traición, donde la amistad o el amor sucumben frente a la tiranía del éxito y la fama: el crepúsculo de unos ídolos de barro que sueñan el monstruoso sueño de los dioses bajo su constitución trágicamente mortal. Kirk Douglas ofrece todo un recital interpretativo encarnando al mefistofélico productor Jonathan Shields. Obra Maestra.
Peter Howitt: Johnny English. Bien amigos y amigas culturetas, Rowan Atkinson vuelve a la carga con una parodia surreal sobre los agentes secretos británicos mofándose de todo lo que huela a Bond, James Bond, chanceándose con sarna tanto de la corona británica como de la clerigalla circundante a través de un filme cinematográficamente hablando malo, muy malo, pero cuya principal virtud reside precisamente en ponerse al servicio total y absoluto de un genial cómico que deshila dos o tres momentos realmente desternillantes. Los chistes facilones poco a poco dejan paso a una visión más ácida y surreal (la coronación de Malkovich merece verse) con un final in crescendo en una línea más "beaniana". Como ya ocurriera con su anterior largo, para acérrimos seguidores del humorista, entre los que obviamente me hallo.
Juan Carlos Fresnadillo: Intacto. Qué gran película de este joven realizador en el que fue su debut "en largo" y qué maestría a la hora de abordar una historia densa, sólida y complejísima mediante un pulso narrativo capaz de mantener la tensión durante toda la duración del metraje. Fresnadillo (fue galardonado con el Goya a mejor director novel) afronta con rigor y sabiduría una oscura y enrevesada retícula emocional que se nutre de antiguas creencias sobre el trasvase del poder anímico contenido en la imagen capturada del rostro de la persona (mana), actualizando su vigencia en una trama acerca de la posibilidad de manipulación mágica, casi chamanista, del azar y la necesidad. Todo está perfectamente encajado para que los personajes adquieran profundidad progresiva y logren su propia redención en un universo extraño habitado por la transposición del "don" de la fortuna y una cierta determinación metafísica, fatalista. Se gana a medida que se hurta la suerte de los "cautivos" y las pruebas evolucionan hacia manifestaciones de crueldad kafkiana (inolvidable la carrera en el bosque). Eusebio Poncela permanece en estado de gracia y el resto del reparto raya a una altura prodigiosa. Muy Buena.
Y ya os dejo una semana más. Itzan Zebo y "La Conciencia de Zeno" esperan mi repentino abordaje. Miro el horizonte y adivino la triste figura de un caballero solitario, andrajoso, montado sobre un caballo flaco y fatigado, con la gualdrapa medio carcomida cubriendo sus ancas, el petral desflecado y sin testera que adorne su mortecina expresión, y entonces me doy perfecta cuenta de que no es más que un desafortunado trebejo movido por fuerzas ocultas en el ajedrez de la Existencia, donde Vida y Muerte planean sus movimientos sabiendo de antemano que su partida no tendrá fin. El que efectivamente sea así, sin conclusión prevista, sin objetivo propuesto, no es capaz de imponer desaliento alguno sobre mi alma, asimilada ya perfectamente la cuestión, y es ahora cuando el jinete desmonta su cabalgadura y se despide para siempre del que hasta hoy fue su más fiel servidor. Ambos, corcel y hombre, se diluyen en un horizonte de sombras en cuyo fondo percibo el recorte de una luminosidad creciente, la que fluye por mis venas, llevando su radiante sabia hasta los rincones más oscuros de mi espíritu, allí donde la noche oscura ha dejado paso a un nuevo y resplandeciente amanecer.
(*) Acertadísimo comentario el de mi gran amigo Miquel Novell al referir una supuesta falta de credibilidad en dos circunstancias puntuales: el logro de los objetivos en la visita a K-mart y, sobre todo, la entrevista a Charlton Heston: es el propio Heston quien contesta al interfono ("¿dónde están los sirvientes?") y además está el tema de la cinta. ¿Por qué no confiscarla antes de que Moore salga de la mansión? A vuestro criterio queda.
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