Estilos y tamaños en bonsái
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Estilos y tamaños en bonsái

El bonsai es una forma de arte y, como tal, se podría discutir largo y tendido acerca de la necesidad de su clasificación en diferentes categorías o estilos más o menos rígidos.

parentesys.es | 29 jul 2005


El bonsai es una forma de arte y, como tal, se podría discutir largo y tendido acerca de la necesidad de su clasificación en diferentes categorías o estilos más o menos rígidos. Pensando un poco podríamos encontrar argumentos perfectamente válidos en uno u otro sentido ya que, por ejemplo, ajustarse a uno de los estilos clásicos del bonsai ofrece unas ciertas garantías de obtención de hermosos resultados de aspecto natural y armonioso, mientras que la innovación puede resultar en magníficos ejemplares alejados de cualquier convención. Siempre dependiendo de la habilidad del artista, claro está. De igual forma se podría argumentar fácilmente que lo que diferencia aquello que llamamos bonsai del simple cultivo de flores en las macetas del balcón, son las normas y patrones estéticos seguidos, por lo que al saltárnoslos estaríamos haciendo algo perfectamente válido, pero que ya no sería bonsai. El argumento opuesto es también fácil de encontrar pues los patrones estéticos del bonsai han ido evolucionando con el tiempo conforme evolucionaban los gustos de las gentes que lo practicaban.

Se trata de opiniones que muchos habremos podido escuchar en más de una ocasión y, salvando las distancias, no únicamente referidas al bonsai sino al arte en general. Estas polémicas normalmente no suelen llevar a ninguna conclusión definitiva, lo que en mi opinión es buena prueba de que ningún argumento es completamente erróneo.

De cualquier forma siempre es una buena política conocer las normas básicas de estilo, pues ofrecen al principiante unas valiosas guías llegado el momento de enfrentarse a sus primeros árboles, al mismo tiempo que ofrecen al experto una base de partida desde la que explorar nuevas formas de transgredir dichas normas si así lo desea.

Autor: Sergio Yagüe


Clasificación según tamaño:

La palabra bonsai significa literalmente árbol en maceta lo que implica que no existe ningún tipo de restricción en cuanto a tamaño. Por tanto hemos de concluir que no existen tamaños correctos o incorrectos en bonsai, y que cada uno deberá escoger aquellos que mejor se ajusten a sus posibilidades de movilidad y espacio disponible, teniendo también en cuenta que el peso total del bonsai y su maceta crece muy rápido conforme lo va haciendo su altura. Un aficionado puede sentirse tremendamente impresionado por un viejo ejemplar de conífera de un metro de alto, pero antes de hacerse con él debería preguntarse lo siguiente: ¿Podré manejar fácilmente los sesenta o setenta kilos que seguramente va a pesar? Si la respuesta es afirmativa, y se dispone del espacio suficiente, no hay ningún problema en formar un árbol de ese tamaño.

En Japón uno puede encontrarse con ejemplares de tamaño realmente impresionante, como por ejemplo el caso de un viejo junípero de más de dos metros de altura cultivado en una maceta del tamaño de una pequeña piscina plegable. Resulta tan pesado que su propietario debe realizar los transplantes ayudado de una grúa para mover el árbol. Podemos pensar que esto quizá ya resulte excesivo, pero evidentemente su propietario está dispuesto a realizar el esfuerzo. Es más, en Japón muchos de los árboles cultivados en parques públicos reciben un tratamiento casi como si fueran un bonsai y no resulta infrecuente encontrarlos repletos de grandes varas y tensores para darles la forma deseada.

Si hemos visto que no existe un tamaño máximo en bonsai, también es posible afirmar que no existe uno mínimo. Hay bonsai tan pequeños que varios de ellos podrían caber en la palma de la mano al mismo tiempo. Lo que si deberíamos tener muy en cuenta es que, si bien para muchos se trata de un tamaño fascinante, conlleva unas enormes dificultades de cultivo por la mínima cantidad de tierra en la que el bonsai debe vivir.

En realidad uno no debe dejarse llevar por la idea de que el máximo ideal en el arte del bonsai es mantener con vida un arbolito, con auténtico aspecto de árbol maduro, lo mas pequeño posible. De hecho en bonsai el tamaño es un factor mucho menos importante de lo que pudiera parecer, lo que realmente importa es su forma y las sensaciones que transmite. Buena prueba de ello es que ni los mismos japoneses se molestaron en crear un sistema de medidas preestablecido, sino que simplemente se contentaron con una laxa clasificación con criterios eminentemente prácticos, que podía variar entre autor y autor.

No puede afirmarse con rotundidad que existan tamaños mejores o peores, pues es algo que depende de la apreciación de cada persona, y por tanto cada aficionado tendrá sus preferencias.

 


Algunas de las formas tradicionales de clasificar el tamaño de un bonsai son:

1 - Según el número de manos necesarias para trasportar la maceta. En este caso tenemos:

  • bonsai a una mano son aquellos que se puede llevar cómodamente con una sola mano.

  • bonsai a dos manos son los que requieren de las dos manos para su trasporte.

  • bonsai a cuatro manos son los que requieren dos personas para su transporte.

  • Etc.

2 - Según la altura del bonsai tenemos:

  • Shito o Keshitsubu, que se trata de bonsai de hasta unos 5 centímetros. En muchas ocasiones este bonsai se ha creado al sembrar directamente una semilla en una minúscula maceta. El resultado es un tamaño que realmente hace posible transportar el bonsai en la punta de un dedo.

  • Mame, que agrupa los árboles con alturas comprendidas entre los 5 y los 15 cm. Junto a la categoría anterior forma el grupo de los bonsai en miniatura o Shohin, aunque hoy en día la tendencia general es a considerar como shohin a árboles de hasta 25 cm.

  • Komono o Kotate Mochi, agrupando árboles entre 15 y 30 centímetros

  • Chumono, con alturas comprendidas entre los 30 y los 60 centímetros. Junto al anterior tamaño se podría decir que son los tamaños más populares, aunque es frecuente encontrar opiniones que afirman que para exponer son mas efectivos tamaños algo mayores.

  • Omono, con alturas comprendidas entre los 60 y los 120 centímetros forman el grupo de grandes bonsai que ya pueden necesitar de dos, tres o incluso cuatro personas para su transporte.

Las dimensiones de estos bonsai se toman verticalmente desde el extremo de la copa hasta la base del tronco y por supuesto no incluyen la maceta, por lo que el tamaño del conjunto siempre es algo superior.

Para árboles en cascada o semi cascada, el criterio de medida es algo distinto ya que son árboles que primero ascienden para seguidamente dirigirse hacia abajo, por lo que estrictamente casi siempre se deberían clasificar como miniatura. Durante las competiciones la ambigüedad a menudo se solventa colocándolos en una categoría aparte o tomando, por ejemplo, como márgenes de medida la base del tronco y el extremo de la cascada.


Clasificación según estilo:

Rebuscando un poco entre la abundante literatura sobre el arte del bonsai que tenemos a nuestro alcance, podemos darnos cuenta con facilidad de la gran variedad de estilos establecidos para tratar de describir, con mayor o menor fortuna, la práctica totalidad de las situaciones en que podemos encontrar un árbol en plena naturaleza. Si bien es cierto que muchos de ellos no son mas que variaciones sobre un mismo tema destinadas a recrear con un mayor detalle algún aspecto concreto, se puede afirmar que en el bonsai japonés prácticamente todos son un fiel reflejo de aquello que uno puede encontrarse en el medio natural a poco que preste una mínima atención.

Con éste artículo, no pretendemos realizar un listado exhaustivo de la totalidad de estilos posibles sino más bien presentar aquellas formas más básicas que resulta conveniente reconocer, más aquellos estilos que a nuestro modo de ver resulten destacables por algún motivo. Es más, en muchas ocasiones estos estilos característicos se ven modificados ligeramente para adaptarse a las particularidades culturales del país en que son realizados, así no será igual un bonsai en estilo vertical formal realizado en Japón, con sus patrones clásicos de belleza, que otro realizado en China donde las líneas suelen ser más dramáticas y menos naturales. 


Clasificaciones según estilo:

1- Según la línea de un tronco único:

En el caso de árboles en solitario se han definido cinco estilos básicos que utilizan la línea del tronco como guía en la clasificación y que son: vertical formal, vertical informal, inclinado, semi cascada y cascada. Con estos cinco estilos básicos se pretende cubrir todos los posibles ángulos en que podemos encontrarnos un tronco único en plena naturaleza. El resto no dejan de ser variaciones.


Chokkan (vertical formal):

Se trata de un estilo bastante popular en Japón hará algunas décadas, pero que en la actualidad ha perdido parte de su preponderancia a favor de otras formas con una menor rigidez. El estilo vertical formal es en algunos aspectos el más sencillo de todos precisamente a causa de ésta rigidez y formalidad en el diseño, llevando con relativa facilidad a un resultado equilibrado si uno sigue más o menos fielmente sus normas. Aunque también es cierto que esta misma formalidad lleva implícita la dificultad de encontrar el material base adecuado que presente una absoluta verticalidad y un decremento uniforme del grosor del tronco conforme se asciende por éste. Y por si fuera poco, en caso de encontrar el tronco adecuado, la posición y distribución de las ramas resulta de vital importancia en este estilo. En resumidas cuentas podemos concluir que la principal dificultad para realizar un Chokkan bien formado estriba en la localización del material de partida adecuado.

Es sumamente improbable encontrarlo en material recuperado, y bastante complicado en material procedente de vivero, por lo que no son pocos aquellos que abogan por partir de semilla y dedicarle años y cuidados al futuro bonsai. Un árbol modelado en este estilo habla de unas condiciones ambientales ideales: sin escasez de agua o nutriente, abundancia de luz, clima suave, etc.

Las principales características de este estilo son:

  • Un nebari bien formado, con raíces dispuestas radialmente por todo el perímetro del tronco para así transmitir una sensación de equilibrio. Algo que no sería posible si la base del tronco careciera de éstas en algún segmento.

  • Un tronco perfectamente recto y vertical destinado a proporcionar sensación de fuerza.

  • Un aumento uniforme del grosor del tronco conforme se desciende hacia la base contribuyendo a aumentar la sensación de estabilidad.

  • Una distribución uniforme de ramas en todas direcciones, excepto aquella directamente enfrente del árbol. Esta distribución de ramas en muchas ocasiones se realiza en grupos de tres, por ejemplo: una en un lado, otra trasera algo mas arriba en el tronco y la tercera en el lado opuesto, algo más elevada que las anteriores. Las dos ramas más bajas, una a cada lado, deben ser las más largas y fuertes del árbol, siendo la primera rama la más dominante. Esta primera rama suele encontrarse ente ¼ y 1/3 de la altura del árbol.

Para reforzar la idea de un frente en el árbol es decir una dirección preferente desde la que contemplarlo, las ramas traseras suelen ser bastante más cortas que el resto. En realidad esto puede sonar artificioso, pero si uno piensa en la contemplación de un árbol en la naturaleza desde una cierta distancia, no dejamos de encontrarnos en la situación en que solo podemos apreciar uno de los lados de dicho árbol. Algo así trata de lograrse con el bonsai, conseguir mediante la correcta disposición de ramas dar la impresión de estar contemplando un gran árbol en la distancia.

En resumen se trata de un estilo que debe transmitir las sensaciones de fuerza, equilibrio y majestuosidad. Y también se trata de uno de los mejores estilos para un principiante, pues presenta unas guías claras que permiten al aficionado en ciernes empezar a comprender los conceptos propios del bonsai.

Moyogui (vertical informal):

Quizás se trate del estilo más popular en la actualidad y resulta común encontrarlo en cualquier colección, entre otras cosas por que resulta bastante más fácil encontrar ejemplares adecuados para su formación que en el caso anterior. También es importante tener en cuenta que en este caso las normas de formación, que básicamente son muy similares a las del estilo vertical formal, no necesitan ser seguidas estrictamente dejando una mayor libertad a la hora de seleccionar el material de partida y de hacernos una idea mental de que pretendemos hacer con él. Se trata de árboles que si bien han crecido en condiciones ambientales favorables, en algún momento han debido encontrar diversos factores problemáticos que les han llevado a producir curvas en el tronco para cambiar la dirección de crecimiento.

Si bien buena parte de las normas pueden ser tomadas con una cierta flexibilidad, hay una que debe ser seguida obligatoriamente para que el resultado pueda clasificarse como vertical informal. Esta es que por muchas curvas que describa el tronco, al final el ápice debe regresar al eje del árbol, es decir que trazando una línea vertical desde la base del tronco, ésta también ha de pasar por el ápice. O como mínimo muy cerca de él, pues cualquier desviación de cierta consideración llevará a clasificar al árbol como de estilo inclinado. Se suele tomar como límite máximo unos 15 grados de separación. Además resulta aconsejable que él árbol se encuentre ligeramente inclinado hacia el observador. La idea que subyace tras esta disposición consiste en tratar de crear la impresión de encontrarse contemplando un gran árbol desde una posición situada justo en su base, que a pesar de ser completamente vertical parece inclinarse sobre uno por efecto de la perspectiva.

Respecto a la distribución de raíces se suele tratar de conseguir algo muy similar a lo buscado en el estilo vertical formal, pues no dejan de proporcionar estabilidad a la composición, de la misma forma que se busca una disminución uniforme del grosor del tronco aunque éste pueda presentar curvas más o menos pronunciadas en todas direcciones. En cuanto a la distribución de ramas, se puede aplicar la disposición en grupos de tres como se ha comentado en el estilo vertical formal, pero en este caso no es necesario seguir el patrón rígidamente sino que uno puede adaptarlo al movimiento del árbol y a las necesidades del diseño buscado. De cualquier forma, la primera rama continúa siendo la de mayor peso en el árbol.

Finalmente, hay un punto que conviene tener en cuenta al formar la distribución de ramas, y es que estas suelen encontrarse en el exterior de las curvas. La razón tras esta disposición, a parte de subjetivos motivos estéticos, la encontramos en la naturaleza: Un árbol tiende a crecer en la dirección más opuesta posible a la de una rama de gran fuerza, y al mismo tiempo una rama situada en la parte externa de una curva recibe más luz, y por tanto va fortaleciéndose con el tiempo en detrimento de otras peor situadas que acaban por desaparecer.

Shakan (inclinado):

Se trata de árboles con troncos más o menos rectos pero inclinados. Esta inclinación, que puede ser tanto a derecha como a izquierda, suele ser de un máximo de unos 45 grados sobre la vertical pues a partir de ahí se les puede considerar como semi cascada, o cascada.

El estilo inclinado es, a diferencia de los anteriores, un estilo en el que el medio ambiente ha dejado una clara huella sobre el árbol. Los estilos de tronco vertical hablan de árboles viviendo en condiciones favorables y que por tanto han podido desarrollarse en la dirección ideal; vertical, o casi, con ramas y raíces distribuidas de forma uniforme dando impresión de estabilidad y equilibrio. Pero un árbol inclinado nos indica que no ha sido tan afortunado y que un medio más hostil le ha obligado a inclinarse, por lo que tanto la distribución de ramas como de raíces no tiene por que ser la esperada.

Si en un tronco vertical uno podría esperar una cierta correspondencia entre las raíces más gruesas con aquellas ramas a las que soportan (una rama gruesa generalmente dispone de una raíz igualmente gruesa justo debajo encargada de alimentarla pues el camino de savia es en ese caso el más corto posible), en un árbol inclinado esto no tiene por que ser cierto, tanto más cuanto mayor sea la inclinación que presente. En este caso, las raíces más gruesas tratarán de asegurar la estabilidad del árbol tratando de compensar en lo posible el efecto de la gravedad sobre el tronco inclinado y por lo tanto aparecerán en las dos zonas donde son más necesitadas: Justo en la parte de la base que queda bajo el tronco inclinado, y en la parte opuesta, la más externa de la inclinación. Es importante recordar que dicha inclinación afectará igualmente a la forma de estas raíces, pues aquellas situadas en la parte interna se verán sometidas a fuerzas de compresión, mientras que las situadas en la parte externa se verán sometidas a tensiones al tratar de anclar el árbol al suelo, y por tanto serán bastante más alargadas que las anteriores.

La inclinación del tronco puede empezar justo a nivel de suelo o algo más arriba, incluso puede presentar curvas notablemente acentuadas. Hay que notar que un tronco recto indica que la inclinación se ha producido recientemente, mientras que alguna curva da la impresión de que el árbol ha tratado de recuperarse a lo largo del tiempo.

Respecto a la distribución de ramas, si bien es posible aplicar la idea de la distribución habitual de ramas como en los casos de troncos verticales, hay que tener en cuenta que las ramas en la parte externa de la inclinación suelen tener mayor peso por diferentes motivos: actúan como contrapeso equilibrando el conjunto, y reciben más luz que las situadas en la parte interna desarrollándose con un vigor bastante mayor. Es por esto por lo que en la mayor parte de los casos la primera rama, y la mas pesada, debería encontrarse en la parte externa de la inclinación.


 

Semi cascada (Han Kengai):

Según el criterio de la inclinación del tronco, un árbol clasificado como semi cascada tendría una inclinación, siguiendo la línea del tronco, que podría oscilar entre un máximo de unos 45 grados por encima de la horizontal y unos pocos grados por debajo de la misma. En cualquier caso dado que un bonsai en estilo semi cascada nunca cae por debajo de la maceta, éste suele ser el criterio más comúnmente aplicado por delante de consideraciones sobre la inclinación. Son árboles fácilmente localizables en la naturaleza, cerca de alguna pendiente escarpada, sobre la orilla de lagos o ríos en cuya superficie se refleja buena cantidad de luz, y por tanto la planta adquiere esta tendencia de crecimiento, etc.

Para este diseño, quizá más que para cualquier otro, la dificultad radica en conseguir una planta que sea capaz de trasmitir sensación de estabilidad puesto que el tronco, al prolongarse de forma casi horizontal, requiere de una importante base de raíces que funcione como anclaje. Manteniendo este punto en mente, la distribución más adecuada de las raíces no deja de ser similar a la comentada para el estilo inclinado.

Otro punto delicado podemos encontrarlo en la distribución de ramas; generalmente uno podría pensar en aplicar una distribución similar a aquella aplicada en los estilos verticales, pero teniendo en cuenta que lo que sería el frente en un vertical, pasaría a ser la cara inferior del tronco al ser inclinado hasta casi la horizontalidad. Se trata de una posibilidad, ciertamente, pero para evitar resultados faltos de equilibrio hay que tener en cuenta que básicamente estamos tratando con un tronco muy cercano a la horizontal, y que por tanto al formar los típicos pisos en el follaje uno puede encontrarse con un resultado completamente plano. Una forma de solventar este problema es asegurar la presencia de curvas en todos los planos.

Descuidar la inclusión de ramas traseras es igualmente un error bastante común en este diseño y que resulta en una importante pérdida de profundidad.

Finalmente nos encontramos aun con un último problema, quizá más importante que los anteriores y en ocasiones de más difícil solución. Se trata de la dificultad para formar un ápice adecuado y dónde colocarlo. Tres son los puntos principales donde suele colocarse el ápice: En un punto situado alrededor de los dos tercios de la longitud del tronco, en un punto situado a un tercio de ésta, o formar el ápice a modo de contrapeso aproximadamente sobre la curva inicial que provoca la inclinación del tronco.


 

Cascada (Kengai):

Se trata, quizás, del estilo más exigente para la planta en cuanto a términos de adaptabilidad y supervivencia frente a un medio hostil. Es un diseño normalmente asociado a barrancos y abruptos desniveles de alta montaña donde las duras condiciones ambientales han forzado un comportamiento completamente antinatural para el árbol: su crecimiento hacia abajo.

Para su clasificación, y siguiendo el criterio de la inclinación del tronco, se podría decir que, trazando un línea desde la base del tronco hasta la punta de la cascada, la recta obtenida tendría una inclinación de entre 30 y 90 grados por debajo de la horizontal. Asimismo resulta habitual que la punta de la cascada caiga por debajo de la maceta, lo cual, al igual que en el caso anterior constituye el criterio más ampliamente utilizado.

Como sencilla guía de formación de la estructura de las ramas se podría pensar, al igual que en el caso anterior, en un diseño vertical informal puesto boca abajo. Aunque en este caso hay que tener en cuenta que lo que sería una rama trasera en el estilo vertical, en un diseño en cascada pasa a situarse hacia el frente, al desviada hacia un lado si acaso.

Respecto al tronco, éste debe ascender una corta distancia para, de forma inmediata, doblarse sobre si mismo dando comienzo a la cascada. La altura de esta primera curva no debe ser excesiva, pero si suficiente como para que el tronco no tenga contacto con el borde de la maceta, pues en ese caso el resultado daría una cierta sensación de inestabilidad, como si el árbol necesitara un punto de apoyo para no caer. De la misma forma esta primera curva debería ser lo más abrupta posible para añadir fuerza a la imagen; un árbol en cascada no ha vivido en un ambiente fácil, y por tanto las curvas suaves no son la tónica habitual. Algo que, por otro lado, bien podría aplicarse a la totalidad del diseño y de las curvas implicadas. Ningún árbol se desarrolla voluntariamente formando una cascada, siempre son las adversas condiciones ambientales las que, al no dejar ninguna otra salida, obligan a la planta a este tipo de crecimiento y por tanto en esos duros ambientes las curvas excesivamente suaves dan una impresión de artificialidad.

Es importante notar que al formar la ramificación de un estilo en cascada se empieza por las ramas más altas, las cercanas a la base del tronco y que usualmente forman el ápice, para bajar a continuación hasta el extremo de la cascada. Justo el método opuesto a los estilos verticales en los que se empieza por las ramas más bajas para ascender a continuación por el tronco hasta el ápice.

Un elemento de gran importancia que no debe ser descuidado en este estilo es la base de raíces, pues es en este caso en el que su función de anclaje y estabilización resulta más crítica. Su estructura será bastante similar a la encontrada en el estilo inclinado aunque con las características más exageradas pues la inclinación también es mucho mayor.


2- Otros estilos de tronco único

Se trata de estilos que, a pesar de poder ser considerados como una simple derivación, de alguno de los anteriores con el paso del tiempo han adquirido personalidad propia.

 

Barrido por el viento (Fukinagashi):

Se podría llegar a afirmar que el estilo barrido por el viento puede ser uno de los estilos mas fascinantes en el sentido que hay pocos que como él lleguen a representar con tal dramatismo la interacción entre el árbol y los elementos.

En un sentido meramente práctico se trata de un estilo que permite aprovechar ejemplares con falta de equilibrio, o con una gran falta de ramas en alguno de sus lados. Eso sí, al elegir el material se debe tener algo de cuidado pues no todos los árboles con predominio de ramas en uno de sus lados resultan aprovechables. Se debe tener muy en cuenta la línea del tronco y la presencia de fuertes raíces que evoquen la lucha de la planta por mantenerse agarrada al suelo.

En función de la intensidad del viento que se desee evocar los efectos sobre el árbol serán mas o menos acusados, pasando de troncos prácticamente rectos con las ramas orientadas predominantemente en una dirección para vientos suaves, hasta dramáticos troncos inclinados hasta formar un semi-cascada para representar un entorno de fuertes vientos. Prácticamente cualquiera de los estilos principales puede ser convertido en un barrido por el viento con solo reposicionar adecuadamente las ramas.

En cualquier caso deben abundar las zonas muertas en aquellas partes del árbol situadas contra el viento pues son las que sufre directamente sus efectos desecantes y su fuerza mecánica, mientras que las ramas deben orientarse a favor de éste, de la misma forma que habrían sido modeladas en la naturaleza.

No se trata de un estilo fácil precisamente, es más para no pocos representa uno de los más complicados de realizar, pues no resulta trivial conseguir un aspecto natural en la distribución de las ramas manteniendo la sensación de profundidad que nos aleje de ejemplares en dos dimensiones.

 

Escoba (Hokidachi):

Como su nombre indica el estilo hokidachi, o estilo escoba como suele conocerse en occidente, da la impresión visual de ser una de aquellas antiguas escobas tradicionales puesta del revés. En líneas generales consta de un tronco casi perfectamente recto y vertical hasta una altura que oscila entre un tercio y la mitad de la altura total del árbol, punto en el que el tronco pasa a subdividirse en multitud de ramas, creciendo casi verticalmente, que a su vez vuelven a subdividirse una y otra vez en ramas cada vez más horizontales, hasta conseguir el aspecto característico de una copa redondeada formada por una ramificación muy, muy fina.

Es un estilo notablemente indicado para caducifolios como olmos, arces o zelkovas. Es más fueron estos últimos, las zelkovas, los árboles que originalmente inspiraron este estilo. En un caducifolio no solo es posible disfrutar del espectáculo de una copa bien formada cubierta de hojas, sino que en invierno impresiona la abundante ramificación que se escondía debajo.

También es uno de los estilos mas nuevos en el mundo del bonsai pues apenas lleva un siglo siendo aplicado, y quizá por su típica forma sea uno de los que más se ajuste a la visión tradicional en occidente de lo que debería ser un árbol en maceta. De todas formas no hay que dejarse llevar a engaño por su aspecto aparentemente simple, pues requiere tiempo y habilidad crear una distribución uniforme y delicada del ramaje.
 


 

Raíces expuestas (Neagari):

A pesar de tratarse de un estilo que puede adaptarse bien a muchas formas, la característica común a todas ellas es que buena parte de lo que una vez fueron raíces del árbol han quedado expuestas pasando a formar parte del tronco, generalmente hasta la mitad, o incluso los dos tercios de la altura del árbol. Estas raíces visibles pueden dejarse tal cual las formó la naturaleza, se les puede doblar, dar curvas, etc., pero en cualquier caso deben tener el grosor suficiente como para no afectar a la estabilidad de la planta.

Se trata de un estilo que busca imitar el resultado de la erosión del suelo causada por la fuerza de los elementos, generalmente el agua, y por tanto suele aplicarse a coníferas pues son estos los árboles más comunes en las zonas en las que se dan estas duras condiciones ambientales. A pesar de que es también utilizado con otras variedades, como por ejemplo ficus.

La forma de producir ejemplares siguiendo este estilo, a parte de tomarlos directamente de la naturaleza dejando que sea esta la que haya realizado el trabajo duro de modelado, no es demasiado complicada aunque si muy laboriosa y digna de paciencia.

Un primer método consiste en ir elevando, año a año, la planta joven de forma que únicamente las puntas de las raíces entren en contacto con el sustrato. Sustrato convenientemente arenoso para favorecer el desarrollo radical. Para mantener la sustentación, las raíces que más tarde ejercerán esta función así como la misma planta deberán ser sustentadas temporalmente con bastones.

El segundo método es el opuesto y resulta algo más sencillo de llevar a cabo. Consiste básicamente en plantar el árbol en un tubo o cajón de una cierta profundidad con un sustrato arenoso. Las raíces rápidamente se dirigirán por si mismas hacia el fondo buscando humedad y nutrientes, aunque para conseguir la textura y corteza adecuadas se deberá ir descubriendo con el paso de los años, poco a poco y desde arriba, un segmento cada vez mayor de raíces. Recortando el tubo, o cajón cuando sea preciso.

La ventaja de este método es que las raíces permanecen mucho más protegidas disminuyendo el riesgo general para la vida de la planta, y que no es necesario ningún sistema de sustentación para el árbol.


 

Literati (Bunjin):

Se trata de un estilo bastante peculiar de origen puramente chino. Ya desde los tiempos de la dinastía Han (206 a.c. - 220 b.c.) en China, funcionarios gubernamentales recorrían el país buscando gentes especialmente ilustradas e interesadas en temas como el arte, la filosofía, la historia, etc., para atraerlos al servicio del gobierno. Eran los llamados hombres de libros , los Literati .

Estos literati vivían una vida bastante frugal y ascética, donde el estudio y el arte consumían buena parte de su tiempo. Con el paso del tiempo acabaron desplazando su atención hacia los árboles cultivados en los jardines de aquellos palacios en los que trabajaban, trasmitiéndoles su forma de ser y de concebir el arte. Surgieron así unas formas estilizadas muy alejadas de los estilos populares que, pese a todo, no se puede decir que no tengan su fiel reflejo en la naturaleza. A orillas del mar, o creciendo en zonas donde el árbol ha debido competir por la luz, pueden encontrarse ejemplares naturales que encajan perfectamente en este estilo.

Son árboles en los que las normas convencionales no se aplican, han sido apartadas, más que rotas. En ellos predominan líneas ligeras, limpias y sobretodo asimétricas en las que la masa de verde se ve reducida a su mínima expresión, formando ejemplares generalmente altos y de porte elegante. Si bien también es cierto que resulta factible adaptar otros estilos.


 

Enraizado en roca (Ishizuki):

Ishizuki es un término que hace referencia a un árbol agarrado a una roca, por lo que en este caso tenemos una composición de tres elementos: el árbol, la roca, y la maceta. De los cuales la roca suele ser el preponderante, a discreción del autor, aunque siempre se debe buscar un equilibrio.

Este estilo se da en la naturaleza en lugares en los que el árbol se asienta sobre salientes y grietas en las rocas. Conforme la planta va desarrollándose, las raíces se ven obligadas a deslizarse entre las grietas buscando humedad y nutrientes hasta que por fin encuentran el suelo, momento en el cual empiezan a engordar de forma muy rápida. Con el paso del tiempo y la exposición a las inclemencias atmosféricas, las raíces situadas sobre la roca se van recubriendo progresivamente de una corteza que llega a confundirlas casi completamente con el tronco, al mismo tiempo que adquieren un aspecto cada vez mas aplastado siguiendo perfectamente los más mínimos relieves de la roca sobre la que se asientan.

Dentro de este estilo se pueden distinguir dos variantes: la primera es aquella por la cual las raíces abrazan la roca, y la segunda consiste en plantar el árbol en alguna oquedad dentro de la misma roca. Mientras en el primer caso solo participan tres elementos en la obra, árbol, roca y maceta, en el segundo pueden aparecer diversas plantas de acompañamiento o incluso árboles que acaben de complementar el conjunto.

Un método empleado para la creación de este estilo en su primera variante, resulta bastante similar al descrito en el caso de Neagari. Se trata de usar un cajón de cierta profundidad en el que plantaremos el árbol con las raíces ajustadas a la roca lo mejor posible, y fijadas a ella mediante alambres cuando sea necesario. Conforme pasa el tiempo se va descubriendo una porción creciente de la parte superior de raíces y roca para que éstas vayan adquiriendo la corteza característica.

3- Varios troncos en una única base

Se trata de estilos en los que varios troncos se encuentran unidos a un mismo sistema de raíces. Estos estilos presentan algunas ventajas técnicas frente a las agrupaciones de árboles individuales a la hora de afrontar su mantenimiento por el hecho de ser lo que son; por ejemplo es más fácil su trasplante, presentan las mismas características de corteza, coloración etc., y la brotación primaveral es casi simultánea. La principal desventaja es que no se puede elegir las posiciones relativas de los diferentes troncos.


 

Doble tronco (Sokan):

En China o Japón este estilo recibe el nombre de padre e hijo o madre e hija , dado que normalmente uno tronco predomina sobre el otro que, situado muy cerca, da la impresión de estar protegido o dominado por el mayor.

El material elegido puede ser un doble tronco natural, o un árbol que presente una rama muy baja que pueda ser orientada como un nuevo tronco. Lo que si se debe tener en cuenta en ambos casos es que la unión de los dos troncos debe producirse lo más baja posible, a ser posible a nivel del suelo, formando un ángulo agudo. Uniones muy abiertas tienden a dar la impresión de árboles no plenamente relacionados. Otro método para crear este tipo de ejemplares es unir por la base dos árboles de características muy similares, con puntos atractivos, pero que adolezcan de alguna deficiencia o falta de ramas en alguno de sus lados. Si la unión se realiza correctamente, con el paso del tiempo resultará imperceptible.

Un punto a tener en cuenta es que las alturas y grosores deben ser marcadamente diferentes, siendo el árbol más alto también el más grueso. Además, tal y como ocurriría en la naturaleza, el árbol menor se inclinaría hacia fuera, tratando de sortear la sombra creada por el más alto. A pesar de todo, el movimiento de ambos suele ser muy similar, puesto que a fin de cuentas han crecido en el mismo entorno.

Múltiples Troncos (Kabudachi):

Este estilo se caracteriza por tener tres o más troncos partiendo de un único punto. En la naturaleza esta situación se puede producir cuando varias semillas han caído juntas en un mismo lugar, tras germinar y conforme los diferentes plantones se desarrollan, éstos van fusionándose uno tras otro por la base. De igual forma es un estilo que puede formarse en variedades con tendencia a generar chupones por la base.

Podemos recrear un ejemplar de este estilo potenciando la aparición de chupones en especies con tendencia a crearlos a base de podar severamente, eso sí se debe tener cuidado para que el exceso de chupones no acabe matando el tronco original. Otra forma de conseguir un kabudachi consiste en plantar diversos árboles jóvenes atados por la base de forma que cuando estos se desarrollen acaben por fusionarse en el punto en que se ha producido la ligadura. Al distribuir los troncos se deberían tomar algunas precauciones de forma que todos resulten visibles, sus separaciones sean variables y que ninguno cruce por delante de otro.

Al igual que en el caso anterior, las alturas y grosores conviene que sean variables siendo el tronco más alto también el de mayor calibre. De igual manera que se hace en las agrupaciones de árboles individuales, el follaje de los diferentes troncos se debe trabajar teniendo en cuenta todo el conjunto buscando un perfil general que se aproxime a una forma triangular.


Balsa (Ikadabuki):

La característica principal de este estilo es la presencia de un tronco tendido sobre el suelo a partir del cual parten un número generalmente impar de troncos verticales. Este tronco caído suele ser perfectamente recto e ilustra la fuerza de los elementos que derribaron el árbol original, árbol que a pesar de todo continuó con vida, enraizando nuevamente y convirtiendo las ramas del lado descubierto en los nuevos troncos.

Una variante muy similar, pero que ha merecido nombre propio como estilo, es el Netsuranari. En este caso el tronco sobre el suelo presente un aspecto repleto de curvas sinuosas que representa la situación en que una raíz especialmente grande ha desarrollado múltiples chupones conforme se desarrollaba.

Formar un árbol según este estilo puede lograrse de diversas formas, como por ejemplo aprovechando material algo defectuoso que presente ramas únicamente en uno de sus lados y que por tanto pueda ser plantado tendido sobre el suelo. También se puede lograr forzando a un tronco subordinado a inclinarse hasta reposar sobre el suelo, lográndose composiciones con gran fuerza visual a causa de la presencia de un tronco muy dominante.

En cualquier caso, buena parte del trabajo se concentrará en lograr que el nuevo tronco horizontal consiga emitir raíces a lo largo de toda su longitud que poco a poco vayan sustituyendo, o complementando, la antigua base de raíces situada en un extremo. De igual forma es de gran importancia evitar en lo posible alinear los nuevos troncos para no tener composiciones casi completamente planas y en dos dimensiones. Para ello es fundamental jugar con las inclinaciones de cada uno.


4- Agrupaciones de árboles individuales (yose-ue, kyuhon-yose, etc.)

Las plantaciones en grupo siempre han ejercido una notable fascinación a lo largo de la historia gracias a su poder evocador de la paz y el misterio propios de lejanos bosques. Es más, no son pocos los aficionados que se descubren a si mismos conteniendo la respiración ante alguna composición que les atrae especialmente, perdidos en imaginarios senderos que serpentean entre imponentes árboles.

En función del número de ejemplares las plantaciones en grupo reciben denominaciones distintas:

Sojukan: Dos árboles

Sambon-yose: Tres árboles

Gohon-yose: Cinco árboles

Nanahon-yose: Siete árboles

Kyuhon-yose: Nueve árboles

Yose-ue: Más de nueve árboles, pero siempre un número impar.

Por motivos estéticos siempre se procura establecer una composición con un número impar de ejemplares, excepto quizá en agrupaciones muy numerosas de treinta o cuarenta arbolitos en las que este factor resulta menos importante pues resulta muy complicado apreciar el número a simple vista.

En estas composiciones cada individuo cuenta con su propio sistema radicular totalmente independiente. O por lo menos inicialmente, pues conforme pasan los años las raíces van fusionándose progresivamente hasta que finalmente todos los ejemplares se encuentren interconectados a través de ellas. Es un proceso muy similar al que tiene lugar en los bosques naturales, en los que más que de ejemplares aislados, se podría hablar en cierto sentido de un único organismo: el bosque.

Es esta fusión de las raíces la que casi obliga a trasplantar el bosque como todo un conjunto, y no separando nuevamente los árboles en cada trasplante. Algo que por otra parte, a pesar de ser una operación más delicada de lo que sería si de un árbol individual se tratara, simplifica notablemente la tarea de mantener el diseño inicial en los sucesivos trasplantes a lo largo de los años.

En líneas generales las reglas para formar un bosque son las mismas que para un árbol individual, aunque hay que tener en cuanta que en este caso debe tratarse el conjunto de troncos como si de uno sólo se tratara, modelando sus ramas y copas de acuerdo con esta idea. Es este punto, aunque aparentemente complicado de conseguir, lo que permite al aficionado aprovechar material que no reunía las mejores condiciones como para ser tratado como árbol individual.

La elección del material adecuado para formar un bosque es un punto de vital importancia, siendo adecuadas aquellas variedades cuya tendencia natural sea a crecer erguidas, tanto caducifolios como de hoja perenne. Especies que produzcan hojas de gran tamaño no deben ser descartadas, pero hay que tener en cuenta que en ese caso la composición deberá ser de un tamaño bastante mayor para que el conjunto resulte proporcionado. También resulta recomendable no mezclar especies distintas de árboles tanto por motivos botánicos, ya que sus necesidades de cultivo serán distintas, como por motivos estéticas, puesto que conseguir un resultado estéticamente agraciado es más complicado. Sobretodo resulta más difícil adquirir la sensación de profundidad adecuada cuando los árboles traseros destinados a proporcionarla, son de una especie distinta a los que aparecen en primer plano.

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#1

TECNICO

Ribeth Lazon Caceres el 20 jul 2011
perspectiva diceño son unas liias muy ermosas como la caida de la cascada


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