Entrevista a Jorge Marugán Kraus
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Entrevista a Jorge Marugán Kraus

Hablamos con un reputado estudioso y divulgador del psicoanálisis para tratar de desvelar alguno de los misterios que encierra una de las corrientes más importantes dentro de la psicoterapia y psicología clínica actuales.

8 feb 2010


 

Jorge Marugán Kraus

"Creo importante cuestionar la obra de Freud desde la óptica de sus propios conflictos"

Hablamos con un reputado estudioso y divulgador del psicoanálisis para tratar de desvelar alguno de los misterios que encierra una de las corrientes más importantes dentro de la psicoterapia y psicología clínica actuales.

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Por Adrián Martínez Buleo

 

 

A sus 44 años y con una recién estrenada paternidad, la actividad de nuestro entrevistado resulta apabullante. Jorge Marugán es doctor en psicología y psicoanálisis, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, y combina su labor docente (también enseña en un Master de la misma Facultad e imparte un seminario privado) con la de psicoterapeuta en su propio gabinete (SENDA). No deja de publicar artículos en revistas especializadas y acaba de editar un libro dedicado a profundizar en los deseos más inconfesables del legendario fundador del psicoanálisis. Cuando le hago notar esta circunstancia, Jorge se para un instante y esboza un gesto que disipa la importancia del hecho: le gusta considerarse una persona absolutamente normal. Su particular trayectoria investigadora y clínica le ha hecho arribar finalmente a puertos lacanianos, lugares de difícil acceso que él está tratando de convertir en más accesibles mediante el desbroce terminológico, y la utilización de dispositivos narrativos y visuales de apoyo metodológico a la formación y la enseñanza tales como el cine o el arte.

 

PREGUNTA. Jorge, tú eres psicoanalista, psicoterapeuta de profesión y doctor en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. También eres profesor del Master Oficial en Psicoanálisis y Filosofía de la misma Universidad. Toda tu carrera profesional parece estar enfocada hacia la práctica y enseñanza del psicoanálisis. ¿De dónde parte ese interés y la posterior dedicación plena a esta disciplina?

RESPUESTA. De una curiosidad infantil por el mundo que me rodeaba, sobre todo por las personas, por cómo eran, cómo sentían, por qué actuaban así. Por eso elegí estudiar psicología. Pero lo que aprendí no colmó mis expectativas, me parecía superficial, obvio, alejado de la complejidad y la enormidad que yo apreciaba en los seres humanos. La decepción fue tal que pensé dedicarme a otra cosa. Y ahí me encontré con los textos de Freud, prácticamente erradicados de la enseñanza oficial. Y fue como un flechazo, me puse a leer por mi cuenta y cuanto más leía, más me entusiasmaba. No sólo por lo que él decía, sino porque abría un campo de saber tan profundo, tan acorde con la naturaleza humana que yo había percibido, que ahí encontré mi vocación.   

 

P. ¿Saber o ciencia? Te hago esta pregunta porque hace tiempo que venimos asistiendo a una visible operación de desprestigio contra el psicoanálisis orquestada desde muy diversas instancias de cultura, información y poder. ¿Existiría algún motivo específico por el que la ciencia considerada ortodoxa desdeñe las fundamentales enseñanzas y cruciales aportaciones efectuadas por el psicoanálisis?

R. La ciencia hoy erige y perpetúa a sus propios amos, está al servicio de la tecnología y se rige por las leyes del mercado, sólo incluye al ser humano como consumidor. En esa línea sólo puede encontrar en el psicoanálisis oposición, denuncia y resistencia porque el psicoanálisis es eminentemente subversivo y cuestiona todo poder establecido. Pero no lo hace de cualquier manera, su método es científico en el sentido de que su saber es permanentemente puesto a prueba, confrontado con la realidad, con lo que escuchamos en nuestras consultas, con lo que investigamos, con lo que vemos a nuestro alrededor. No es un saber de usar y tirar, uno puede dedicarse a estudiar y practicar el psicoanálisis durante años y no deja de sentirse un aprendiz; siempre se topa con lo enigmático, con un límite donde el saber no alcanza.

 

P. Como profundo conocedor que eres de las múltiples corrientes que conforman el corpus psicoanalítico, ¿por qué crees que la lectura tan particular que realiza Jacques Lacan de la obra de Freud es indispensable para que hoy en día continúe su vigencia  más allá de las estrictas fronteras temporales y espaciales que rodearon su génesis, dentro del especial universo constituido por la Viena finisecular?

R. El psicoanálisis es un campo abierto y complejo. Para poder ser transmitido, para que  pueda avanzar debe precisar, depurar al máximo sus conceptos básicos: inconsciente, sujeto, deseo, satisfacción, síntoma...  Aquí es fundamental la aportación de Lacan porque consigue despejar, simplificar un buen número de incógnitas, de callejones sin salida del descubrimiento freudiano. Es cierto que lo hace a su manera, sin escatimar esfuerzos a sus alumnos, desconfiando de los atajos de una comprensión inmediata; pero finalmente consigue clarificar la teoría freudiana basándose, sobre todo, en la distinción de tres registros fundamentales en toda manifestación humana: lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario. Cuando uno consigue captar esta distinción no entiende por qué no la enseñan en los colegios.      

 

P. ¿Podrías explicarnos brevemente en qué radica la diferencia entre esos tres registros? Parece como si hoy viviéramos instalados en una predominancia abrumadora de la dimensión imaginaria en detrimento de la elaboración simbólica. Por otro lado, vemos que en ámbitos teóricamente imaginarios como el arte, hay una marcada tendencia a despojar lo figurativo para que lo real pueda emerger en coordenadas donde predomina la angustia, lo monstruoso, lo feo o lo residual. De ser así, ¿por qué esta insistencia en exiliar lo simbólico de nuestra producción vital y cultural?

R. La realidad humana es una mezcla de manifestaciones que pueden ordenarse en los tres planos diferenciados por Lacan: Real, Simbólico e Imaginario. Lo Imaginario se manifiesta a través de imágenes sensoriales, ellas otorgan consistencia al mundo que nos rodea y a nosotros mismos, crean una ilusión de ser, "somos" en la medida que las identificamos con imágenes, siendo la imagen del espejo, la imagen narcisista, el prototipo de esa consistencia "imaginaria" y particular. Lo Simbólico es lo que puede intercambiarse, lo que nos permite relacionarnos, algo de nosotros que es puesto a circular; los vínculos entre las personas no serían posibles si no diéramos a ciertos símbolos organizados a través del lenguaje y que merece la pena buscar a través de las relaciones con los demás. El registro de lo Real es el más chocante y difícil de definir porque toda definición se sostiene en lo simbólico-imaginario. Lo Real es lo que está fuera de lo imaginado y lo simbolizado, lo que "existe" sin ser registrado, sin que podamos interpretarlo o comunicarlo. Por ejemplo, pensemos en un objeto cualquiera, por ejemplo un bolígrafo, cada uno tendremos una imagen de él, una imagen particular que da consistencia a nuestra idea del bolígrafo, luego está lo que podemos describir, intercambiar, comunicar de lo que es un bolígrafo, éste sería el bolígrafo simbolizado. Y... ¿lo Real del bolígrafo? Lo que no se puede decir de él y sin embargo existe y tiene un efecto en nosotros; por ejemplo si yo lanzara el bolígrafo por la ventana, le golpeara a alguien en la cabeza y perdiera el conocimiento, esa persona, que no sabría lo que le ha pasado, habría sufrido la manifestación de lo "Real" de mi bolígrafo. Dicho esto, estoy de acuerdo contigo en que lo simbólico pierde terreno en nuestra vida moderna, hay un bombardeo de imágenes con su promesa de "ser", de consistencia ilusoria y engañosa, impera lo televisivo que nos anula, nos pasiviza y nos aísla. El psicoanálisis intenta situarse en el extremo opuesto, nos activa, nos impulsa a simbolizar. El arte posmoderno lo refleja a su manera, tiende a manifestar un Real descarnado a través del impacto o la ruptura, a prescindir de los ropajes imaginarios para manifestar la angustia, el engaño de lo formal.                 

 

P. Muchos pensadores han atribuido a Sigmund Freud una visión fundamentalmente pesimista acerca del ser humano y su destino. ¿Compartes esa opinión? ¿Crees que una obra como "El malestar en la cultura" deja algún resquicio para la esperanza o al menos para la creencia en un hombre éticamente mejorable?

R. Yo creo que optimismo o pesimismo son estados de ánimo, no tienen mucho que ver con la búsqueda de la verdad a través del método freudiano. Freud sufrió una guerra mundial en la que sus hijos combatieron, después el nazismo, del que él mismo escapó de milagro teniendo que abandonar a sus hermanas, vio al mundo desmoronarse a su alrededor por la brutalidad humana, no es para ser muy optimista. Su confianza en el ser humano pasaba por su confianza en la expansión del psicoanálisis, por el desarrollo de los recursos simbólicos, por la transformación de la agresión en sublimación y  creación.

   

P. Pasemos a hablar más concretamente de tu libro, recién publicado, y que nace sin duda de tu fascinación por la propia biografía de Freud, pero al que sometes (corrígeme si me equivoco) a una "interpretación" nada complaciente, investigando sus vínculos homosexuales con uno de sus discípulos más aventajados e importantes, Carl Gustav Jung. No en vano lleva el significativo título de "El deseo homosexual de Sigmund Freud y su travesía por lo femenino". La propuesta suena efectivamente muy arriesgada.

R. No sólo con Jung, las relación de Freud con diferentes hombres poseen un matiz homosexual que él mismo percibe, por el que sufre y que intenta elaborar en su "autoanálisis" y en algunos de sus textos. También es muy particular su relación con las mujeres, tal vez gracias a esa particularidad pudo escucharlas y aprender de ellas como lo hizo. Esto, de por sí, no interesaría demasiado si no fuera porque marca sus descubrimientos; a veces los dificulta, a veces los facilita, pero siempre permite cuestionarlos y enriquecerlos. En este sentido el libro es una búsqueda del Freud más humano y auténtico. Lo he escrito porque creo que el psicoanálisis no puede erigirse alrededor de un mito o de un "superhombre", convertirse en un dogma, que es justamente aquello que pretende impugnar. Creo importante cuestionar la obra de Freud desde la óptica de sus propios conflictos e incluso desde sus propios síntomas neuróticos, porque tenerlos los tenía. Además, me ha interesado desarrollar cómo, a través de su sufrimiento y su autoanálisis, Freud consiguió profundizar en los enigmas de la orientación sexual y la diferencia de géneros. Sus conclusiones, y los desarrollos que hoy podemos hacer a partir de él, están ahí para quien realmente quiera saber sobre el tema. Es un libro que puede sorprender tanto a iniciados como a no iniciados y levantar cierta discusión, pero no establece juicios, no especula, simplemente cuenta una historia. Recurro a citas textuales de la obra y la correspondencia de Freud publicada en castellano que cualquiera puede constatar, las comento, las pongo en relación. También creo que es una manera posible de acercarse al psicoanálisis para los curiosos.      

 

P. A propósito de la diferenciación sexual, me gustaría que pudieras comentarnos brevemente algo acerca de este espinoso tema y su relación con el goce. Tengo la impresión de que hay mucha gente asustada o desorientada por esta especie de polimorfismo sexual generalizado y a la vez atomizado, como si cada cual pudiera construir su identidad sexual a la carta y despojarse de ella también a voluntad. Pero parece ser que Lacan logró de alguna manera formular ecuaciones de diferenciación ligadas a la forma de gozar propia de cada sexo. ¿Acaso toda esta aparente diversidad es tan sólo un espejismo para todos nosotros?

R. Esa diversidad de manifestaciones sexuales tienen que ver con la caída de ciertos patrones o referencias que definan y diferencien a los sexos. Decir, por ejemplo, "los hombre no lloran" puede ser una dura carga para los hombres, pero clarifica lo que cada uno tiene que hacer para definirse. Al borrarse esas referencias empieza a darse una diversidad que puede ser saludable o puede desorientar y angustiar según los casos. Lacan, con sus fórmulas de la sexuación establece que ser hombre o mujer depende de una posición respecto al lenguaje, los hombres se sitúan en un conjunto cerrado alrededor de un tipo de goce parcial y limitado que llama "goce fálico", y las mujeres en un conjunto abierto ya que, aunque pueden gozar como el hombre, tienen, además, un goce suplementario, no limitado a una zona del cuerpo, un goce que la pone en relación con lo infinito, con lo extraño, con lo que no se puede explicar. Son, por tanto, misteriosas para el hombre e, incluso,  para sí mismas.

 

P. También me gustaría comentar algo acerca de la singular terapia que supone someterse a un psicoanálisis. Muchas personas suelen confundirlo con otro tipo de intervenciones que poco o nada tienen que ver en realidad con su esencia, que si no me equivoco sería la cura por la palabra. ¿Puedes aclararnos este punto? Para que nuestros lectores lo tengan claro, y por si deciden someterse a un análisis, ¿en qué consiste realmente y qué puede esperarse a lo largo de todo el proceso y como resultado final?

R. El psicoanálisis como terapia parte de la suposición de un saber inconsciente del paciente. Este saber no está dado de entrada, nadie lo ostenta ni lo transmite, simplemente surge si se dan ciertas condiciones. La primera condición es que el propio analista sepa renunciar a la creencia de que es él quien sabe. Esta es la diferencia fundamental entre la terapia analítica y cualquier otro tipo de terapia. Al principio desorienta porque todos esperamos una especie de maestro, pero después resulta liberadora. Simplemente se le pide al paciente que diga lo que sea, lo que se le pase por la cabeza y entonces, si se sabe escuchar, empiezan a suceder cosas, algo se desata: miedos, amores, fantasías, frustraciones, deseos... en ellos están insertados nuestros síntomas, nuestro sufrimiento y nuestro goce. ¿Qué se puede esperar? Que lo que antes era expresado a través de un síntoma sufriente: angustia, depresión, inhibición o compulsión, pueda ir expresándose en otro registro, a través de la palabra, en el aquí y ahora con el analista. Ese cambio de registro lo cambia todo, cambia la relación del paciente con su sufrimiento, con los seres que le rodean, cambia incluso al analista que tampoco queda indemne, por eso es tan importante que el analista esté también analizado, que sepa mantener su posición. Se trata de un trabajo arduo por parte de ambos, pero es la vía más profunda y eficaz para afrontar y sacarle partido a nuestras "neuras". 

 

P. Entonces, si no lo he entendido mal, sería algo así como posicionar al sujeto en relación a su propio deseo inconsciente, que realmente desconoce, sin ejercer por ello una guía directa sobre lo que debe hacer, sentir o pensar. En este sentido, me parece que el psicoanálisis haría a los sujetos más libres al darles más conocimiento acerca de sus propios enigmas, permitiéndoles así controlar mejor los condicionantes. Esto estaría en la línea de potenciar no más posibilidades de elección sino mayor confianza en las que se tomen, asumiendo con naturalidad el coste o la pérdida que puedan conllevar.  ¿Estás de acuerdo con esta apreciación?

R. Sí. Matizando que esa mayor libertad, conocimiento, confianza para elegir son efectos, digamos, colaterales del análisis, pero no sus objetivos. Es algo que el analizado encuentra sin buscarlo, porque si lo buscara caería en el discurso de las terapias que creen saber a priori lo que es bueno o malo para el sujeto, intentaría dictar su saber y no escuchar lo particular de cada persona. 

 

P. Abundan hoy más que nunca sanadores y seudopsicólogos de toda ralea y pelaje. Estoy pensando por ejemplo en esos interpretadores profesionales de sueños y señales que parecen ofrecer mensajes concisos mediante la lectura simbólica de ciertas "claves" habituales en los universos oníricos y fantásticos. ¿Qué opinión te merecen? ¿Crees que también el psicoanálisis, como saber teórico y metodológico, ha de denunciar el mal uso y la manipulación intencionada de ciertos contenidos en defensa de su propia legitimidad?

R. Supongo que cada uno busca su propio camino. La verdad no se puede patentar y conviene desconfiar de quien haga ostentación de ella. No veo al psicoanálisis como defensor de ninguna legitimidad o denunciando malas prácticas; creo que tiene que darse más a conocer, explicarse mejor y que la gente decida. Simplemente, uno no puede ser analista sin hacer su propio análisis, hará otra cosa. 

 

P. En la línea de pensadores como el eslovaco Slavoj Zizek, también muestras un enorme interés por las relaciones que el psicoanálisis mantiene o debería mantener con otros ámbitos de conocimiento y expresiones artísticas. Estoy pensando sobre todo en el cine. Tú mismo acabas de realizar un análisis de la película "El Perfume" de Tom Tykwer basada en la excelente novela de Süskind. ¿Qué opinión te merece esta relación? ¿Piensas que hay un cine específicamente psicoanalítico o que por el contrario cualquier filme es susceptible de ser leído bajo este prisma teórico?

R. Creo que en cualquier obra creativa el autor pone algo de sí que ignora, y más cuanto más artística y emocionante resulte. Desde ahí siempre se puede hacer una lectura psicoanalítica de una obra que puede ser complementaria a otros análisis e interpretaciones. El personaje de El Perfume, por ejemplo, va cambiando a lo largo de la novela en un desesperado intento de encontrar su lugar en el mundo; y en ese intento, más o menos fracasado, estamos todos. Pero ese camino, que es el de nuestro  verdadero nacimiento como sujetos, tiene sus curvas y cruces, sus momentos-clave que el psicoanálisis puede aislar, valorar y describir. El artista lo hace intuitivamente, pagando, a veces, con su propio sufrimiento. El resultado es que su obra nos atrapa y nos emociona sin saber cómo, no siempre, depende de la persona, del momento. La creación artística es lo más humano del ser humano.     

 

P. Esa especie de captación intuitiva por parte del artista también me suscita un nuevo interrogante relacionado con la recepción de la obra: el de la validez de las interpretaciones. ¿Hasta qué punto algo, un contenido cultural o artístico, puede ser interpretado utilizando el psicoanálisis y, ante todo, qué validez puede adjudicarse a determinadas propuestas que utilizan la teoría de una forma, digámoslo así, salvaje?

R. No hay interpretación verdadera. Creo que el valor de una interpretación pasa por suscitar nuevas palabras, nuevas cadenas asociativas o creativas, por derrumbar prejuicios, por sorprender, pero siempre dejando el espacio abierto para que pueda surgir otra cosa. Por eso sólo se puede valorar una interpretación por sus efectos, nunca a priori. Si es demasiado brusca o inoportuna no abrirá ningún espacio para la novedad. Sería como querer deshacer un nudo cortando la cuerda. Pero cuando resulta, y sucede pocas veces, te sacude como un relámpago, te cambia el rumbo.    

 

P. Para concluir, me gustaría saber tu opinión acerca de la situación actual del psicoanálisis dentro de nuestro país, tanto a nivel público como privado. Eres profesor y terapeuta y estoy seguro de que tendrás formada una contrastada opinión al respecto. Por ejemplo, si alguien, pongamos por caso un psicólogo recién licenciado, decidiera obtener una formación sólida dentro del psicoanálisis, ¿cuáles serían hoy por hoy sus opciones o alternativas dentro del mundo universitario y de cara a la consulta privada?

R. Me parece que el psicoanálisis en España está en expansión, lo que resulta increíble teniendo en cuenta su casi erradicación de la universidad y de los grandes medios de comunicación. Esto debería hacer reflexionar a más de uno; por ejemplo, coges la revista del Colegio Oficial de Psicólogos y ves anuncios de cursos psicoanalíticos por todos lados, más que de cualquier otra orientación, incluyendo la "oficial". También  nuestro Master recién creado en la Universidad Complutense ha doblado el número de alumnos este curso; eso sí, hubo que llevarlo a la facultad de Filosofía porque en Psicología no lo querían; sin embargo la mayoría de alumnos son psicólogos. Esto indica que un gran número de profesionales trabaja desde el psicoanálisis, se constata el interés por estudiarlo y difundirlo cuando, supuestamente, a nadie debería interesarle teniendo en cuenta la formación recibida. De mi experiencia personal con algunos colegas de la universidad o del Colegio de Psicólogos prefiero no hablar, pero te aseguro que las trabas son importantes. Los estudiantes universitarios y licenciados que quieran formarse como psicoanalistas deben trabajar en tres direcciones: el estudio (mejor compartido) de los textos y conceptos teóricos, la terapia o análisis personal y la supervisión clínica de sus casos. Pueden buscar una buena escuela que les facilite esas vías o, como es mi caso, hacer una formación más independiente buscando aquí y allá. No hay un título oficial de psicoanalista, la única garantía es que no paras de estudiar y trabajar, te garantizas enfrentarte a los mayores enigmas del ser humano y a los límites de lo que es posible saber.      

 

Hemos tratado varios temas relacionados con el psicoanálisis, todos ellos de sumo interés tanto teórico como práctico, y los comentarios de Jorge dejan ese poso de fascinación y enigma  que espero hayan podido captar todos nuestros lectores: prurito de comenzar a descubrir o continuar profundizando en una disciplina, el psicoanálisis, sin la que sería muy difícil, cuando no imposible, llegar a comprender al menos lo constitutivamente esencial acerca de nuestra naturaleza humana. Mientras damos por concluida la entrevista, y como última argucia para sonsacar otra jugosa opinión, dejo caer algunas observaciones pesimistas acerca del aciago destino que nos aguarda. Mi estrategia ha valido bien la pena y obtiene una recompensa mayúscula. Jorge sonríe de manera cómplice, se detiene durante un leve instante, y me sugiere que reflexione sobre las últimas palabras dirigidas por un Lacan grave y rotundo a un auditorio de jóvenes estudiantes universitarios que se debatía entre la perplejidad, la admiración entregada, la incredulidad y el temor reverencial, todos ellos sentimientos despertados con frecuencia por el eximio pensador francés: "La muerte está dentro del dominio de la Fe. Hacen bien en creer que van a morir, por supuesto. Eso les da fuerzas. Si no lo creyeran así, ¿podrían soportar la vida que llevan? Si no estuvieran sólidamente apoyados en la certeza de que hay un fin, ¿acaso podrían soportar esta historia?"

 

Para obtener información más detallada sobre el libro de Jorge y su próxima presentación pulsar el siguiente enlace:

PRESENTACIÓN DEL LIBRO

 

Para leer artículos publicados: REVISTA DE PSICOANÁLISIS

 

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#2

Crítica

Ramón el 17 feb 2024
Bien. Pero, en el fondo, no veo autocrítica a la doctrina psicoanalítica, y, sin embargo, tanto el entrevistador como el entrevistado arremeten contra la sociedad actual..., Qué si la ciencia sirve al dinero, a la tecnología, y blablablá. Qué si la tele anula, aísla y pasividad... ¿Perdón? El psicoanálisis, en ocasiones, desprecia la verdad de los hechos y procura, sin ellos muchas veces darse cuenta y otras sí, que la realidad se amolde a sus patrones. El psicoanálisis escucha a su manera... Se nota cuando un psicoanalista le da importancia o no a lo que uno dice. Se percibe en su cara, en qué pregunta y repregunta, y lo que no, lo deja pasar... Me cansa la casi nula autocrítica de la doctrina psicoanalítica. De verdad, ¿No os dais cuenta?
#1

magn

Oscar el 18 feb 2010
Hola, soy un uténtico y completo profano en esto del psicoanálisis, pero a la vez curioso por todo lo que me parece interesante, y tengo que reconocer que después de haber leído esta entrevista, y de haber asistido a la presentación del libro de Jorge Marugán, mi curiosidad por el tema ha aumentado hasta el punto de empezar a leer los libros de Freud, y por supuesto, el de Jorge.


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