Como cualquier otra planta un bonsái se encuentra sujeto exactamente a las mismas plagas que aquejan a sus parientes de mayor tamaño, de hecho la única diferencia se encuentra precisamente ahí, en los distintos tamaños. Por poner un ejemplo podríamos pensar en una oruga; comerá exactamente lo mismo se trate de un bonsái o de un árbol en el bosque, pero proporcionalmente el daño que realizará en el bonsái será mucho mayor, sobretodo en los bonsáis más pequeños en que el número de hojas es reducido. En el fondo lo que esto quiere decir es que deberemos mantener un ojo atento sobre nuestros arbolitos para actuar con el tratamiento adecuado al aparecer los primeros síntomas.
Autor: Sergio Yagüe
Introducción:
Hay multitud de productos disponibles en tiendas de jardinería para casi cada una de las posibles plagas siendo en la mayor parte de los casos de gran eficacia. Pero hay una serie de puntos a tener en cuenta al tratar con estos productos químicos:
-En primer lugar es completamente falso que se necesiten productos especiales para bonsái. Las plagas se comportarán exactamente igual que en la naturaleza por lo que el agente químico ha de ser el normal para un árbol de porte grande. Comprar los productos que se distribuyen específicamente para bonsái normalmente supone pagar más por una cantidad inferior de un producto exactamente igual de eficaz que cualquiera que se vende para agricultura o jardinería.
-Se deben respetar escrupulosamente las cantidades especificadas en el prospecto del producto. Una proporción inferior a la indicada puede no afectar en absoluto a la plaga, mientras que una superior puede acabar con el árbol al mismo tiempo que con la plaga.
-No conviene fumigar a pleno sol. Mejor hacerlo a primera hora de la mañana o última de la tarde para conseguir la máxima eficacia.
-Evitar todo contacto con el producto. Alguno de estos agentes químicos resultan notablemente tóxicos.
-Ante una plaga repetir el tratamiento un mínimo de tres veces con unas dos semanas de intervalo entre cada uno. Normalmente el producto químico eliminará al molesto inquilino pero no así a sus huevos que eclosionarán días después volviendo a infestar la planta a menos que se insista con el fumigado.
-Siempre es mejor aplicar suaves tratamientos preventivos de forma regular que otros más intensos ante una plaga.
A continuación se listarán algunos de los parásitos y enfermedades más comunes. La lista completa realmente sería enorme y dependerá en gran medida de la “fauna” local, por lo que ante una plaga que tengamos problemas para identificar lo mejor es ponerse en contacto con el centro de jardinería más cercano, llevarles una muestra y solicitar el remedio más adecuado. De cualquier forma la siguiente lista puede servir como orientación.
Parásitos
Araña Roja y Amarilla:
Son dos tipos de ácaro bastante similares que se pueden diferenciar claramente por el color que presentan; rojizo una variedad, amarillenta la otra, de ahí su nombre. Son tan minúsculos que resulta poco menos que imposible distinguirlos sobre el envés de las hojas en el que suelen concentrarse. En realidad la mejor forma de apreciarlos es colocar una hoja de papel blanco bajo las ramas y sacudirlas ligeramente con la mano, si el árbol se encontrara atacado por estos parásitos se podrían apreciar unos diminutos puntitos rojos, o amarillos, moviéndose sobre el papel. Pero aun así son tan pequeños que incluso correteando sobre un fondo blanco cuesta distinguirlos.
Sólo si la plaga se encontrase muy avanzada se podrían detectar sin dificultad a causa de la fina tela que estos ácaros van tejiendo entre las ramas, aunque llegado este punto el bonsái es más que probable que se hallara en serios problemas.
Síntomas:
En general estos ácaros provocan una progresiva pérdida de color en las hojas hasta que éstas acaban por caer. Si se trata de coníferas las hojas amarillean para luego tomar tonos pardos justo antes de desprenderse, mientras que en árboles de hoja caduca aparecen picaduras en el limbo de la hoja y pequeñas manchas en el envés, finalmente la hoja toma un color grisáceo y cae. Si la infestación es masiva aparecerán en ambos casos finas telas sedosas cubriendo el follaje dificultando así el paso de la luz y por tanto la función clorofílica, aunque la acción más grave de estos parásitos es el debilitamiento general de la planta a causa de la succión de la savia que les sirve de alimento.
Remedios:
Una vez se ha detectado la plaga hay que tener claro que los ácaros prefieren ambientes secos y cálidos, así que una forma de prevención y llegado el caso de control de la plaga, es elevar el grado de humedad en la planta pulverizando las hojas con regularidad. Podar y destruir las ramas afectadas es una ayuda pero no suele ser una buena idea en caso de un bonsái pues uno acaba perdiendo el trabajo de varios años. Justo antes de primavera es conveniente rociar con aceites amarillos, ovicidas, para eliminar en lo posible los restos de plaga del año anterior antes de que las larvas salgan de sus huevos. Y durante primavera y verano fumigar con acaricidas específicos.
Orugas:
En este grupo se engloban al conjunto de larvas de mariposas que se alimentan de los tejidos del árbol debilitándolo.
En general, y dada la naturaleza del parásito, tomada a tiempo se puede acabar con este tipo de plagas simplemente eliminando a mano las distintas orugas.
Algunas de las más comunes son:
Taladros:
Son mariposas nocturnas con orugas de color rojo o amarillo que roen la corteza del tronco abriendo galerías en ella. A la entrada de cada una de ellas se aprecia un montoncillo de serrín.
Remedios: Podar las partes afectadas. Hundir alambre en las galerías para matar a la oruga y cerrar el orificio con pasta selladora.
Lagarta peluda:
Aparecen unos hilos de seda entre las hojas y en ocasiones algunos nidos de aspecto esponjoso.
Remedios: Pulverizar con insecticidas adecuados.
Enrolladoras:
Aparecen roídos los brotes tiernos, flores y yemas. Además aparecen multitud de hojas enrolladas como si de cigarros se trataran con finos hilos sedosos. Es una oruga con hábitos nocturnos bastante difícil de localizar.
Remedios: Pulverizar con insecticidas adecuados (paratión).
Minadoras:
Las hojas aparecen atravesadas por galerías y el limbo perforado. Estas cavidades se encuentran rodeadas de granos negruzcos.
Remedios: Pulverizar con insecticidas adecuados (fósforo orgánico).
Geometras:
El follaje aparece roído y las yemas perforadas, además se pueden apreciar hilos de seda que van desde las hojas hasta el suelo siendo utilizados por las orugas para descender.
Remedios:
Utilizar aceites ovicidas a finales de invierno. En primavera usar insecticidas (líndano o paratión)
Hiponomeutas:
Aparecen numerosos hilos de seda entre las hojas, algunas de las cuales se encuentran completamente envueltas, y en ocasiones se puede observar algún capullo. Las orugas suelen encontrarse en el envés de las hojas.
Remedios:
Podar las partes adectadas. Utilizar aceites ovicidas a finales de invierno. En primavera usar insecticidas (fósforo orgánico).
Cochinillas:
Bajo este nombre se engloban varios parásitos de características similares: Cochinillas Diaspinas, Lecaninas y Cochinillas harinosas o algodonosas.
Cochinillas Diaspinas:
Son insectos inmóviles que forman colonias sobre las hojas, frutos y ramas. Se encuentran protegidos por un escudo de unos 3mm de color marrón grisáceo o pardo de forma redondeada y abombada.
Cochinillas Lecaninas:
Al igual que el caso anterior se trata de un insecto inmóvil protegido por un escudo, pero que en este caso, con un tamaño que oscila entre 2 y 6 mm, es individual para cada insecto.
Síntomas:
En ambos casos se pueden apreciar multitud de bultitos en hojas, ramas y tronco. Bultitos que no son más que los escudos antes mencionados encargados de ocultar y proteger al parásito en sí. Se pueden apreciar igualmente daños similares a quemaduras en la corteza y en ocasiones un hongo negro, la fumagina, acaba asentándose en las partes recubiertas por las secreciones de estos parásitos. Como resultado de todo esto el tronco se va deformando, las hojas caen y la planta en general se debilita en gran medida.
Remedios:
Podar y destruir las partes más afectadas, limpiar el resto con una esponja empapada de alcohol. Las mariquitas son unos depredadores muy eficaces en este caso por lo que depositar algunas sobre el bonsái no es mala idea. Al final del invierno utilizar aceites ovicidas para eliminar la mayor cantidad de huevos posible antes de que estos eclosionen. Posteriormente pulverizar con productos específicos. De cualquier forma acabar con esta plaga en cuestión es complicado a causa del escudo protector y en no pocas ocasiones la lucha se prolonga varios años.
Cochinilla harinosa o algodonosa:
En este caso se pueden apreciar escudos blancos, harinosos y móviles. También es posible que aparezca le fumagina. En general la función clorofílica disminuye mientras las hojas amarillean y caen.
Remedios:
Usar igualmente aceites ovicidas y desde los primeros síntomas pulverizar con insecticidas fosforados orgánicos.
Pulgones:
Pulgón verde, pulgón negro y pulgón de las agallas:
Se trata de pequeños insectos, aunque esta vez si son fácilmente visibles a simple vista, de color verde o casi negro asentados en los brotes tiernos de cuya savia se alimentan.
Síntomas:
En muchas ocasiones la primera pista sobre la aparición de pulgón nos la proporcionan las hormigas. Éstas no afectan para nada a la planta pero su presencia en el bonsái suele implicar la de una colonia de pulgones, pues las hormigas cosechan ávidamente las secreciones generadas por éstos para utilizarlas como alimento. Se trata de una perfecta relación comercial: los pulgones proporcionan a las hormigas alimento en forma de secreciones dulces y éstas ofrecen protección ante cualquier posible depredador.
El principal efecto de una colonia de pulgones es que al alimentarse de savia debilitan en gran medida la planta y los nuevos brotes sobre los que se asientan, si la infestación es grande estos con toda probabilidad acabarán agostándose.
El limbo de las hojas puede verse amarillear y en caso de coníferas las agujas se deforman adquiriendo manchas plateadas hasta finalmente caer completamente secas. Al igual que en el caso de las cochinillas puede hacer aparición el hongo fumagina sobre las secreciones de los pulgones. El pulgón negro además puede ser portador de enfermedades víricas y en el caso del pulgón de las agallas aparecerán multitud de estas (abultamientos) sobre los brotes.
En general el crecimiento se retrasa notablemente y aparecen zonas necrosadas.
Remedios:
Realizar tratamientos preventivos a base de aceites ovicidas a finales de invierno ya que sus huevos hibernan sobre la corteza del árbol, y durante el periodo vegetativo, utilizar insecticidas adecuados para pulgón. Proyectar un fuerte chorro de agua sobre las ramas tendrá el efecto de desprender a los pulgones de estas, con cuidado claro está de no dañar la planta. Un remedio casero que suele resultar bastante eficaz es pulverizar la planta con agua jabonosa.
Pulgón lanígero:
Se trata de un tipo de pulgón de color oscuro con multitud de filamentos blanquecinos adheridos. Forman pequeñas masas algodonosas sobre la que destacan los puntitos oscuros del pulgón propiamente dicho.
Síntomas:
Se establece sobre partes leñosas tanto aéreas como subterráneas y sus picaduras provocan la aparición de agallas. Al igual que sus parientes puede ser causa de la aparición de hongos.
Remedios:
Eliminar las agallas y desinfectar las heridas con soluciones a base de cobre sellándolas con pasta cicatrizante. Utilizar insecticidas apropiados y aceites ovicidas como prevención.
Barrenillos:
Se trata de insectos coleópteros de forma más o menos cilíndrica, de color negro o pardo y de un tamaño que oscila entre 1 y 5 mm. Viven en la madera o bajo la corteza en la que excavan sus galerías resultando extremadamente perjudiciales. Tienen una cierta preferencia por las coníferas.
Síntomas:
Los huevos se depositan en una galería situada entre las corteza y la albura y en el momento que las larvas eclosionan retoman la perforación de nuevas galerías partiendo de ésta. Una vez el insecto alcanza la etapa adulta perfora la corteza para salir volando en busca de otro árbol en el que depositar sus huevos y reiniciar el ciclo.
En ocasiones la corteza llega desprenderse a causa de todas estas galerías que como poco dificultan la circulación de la savia debilitando la planta. En las galerías es común que se desarrollen hongos, y de hecho esto insectos son responsables de la difusión por Europa de la enfermedad que ha diezmado las poblaciones de Olmos por todo el continente (grafiosis)
Remedios:
Cortar y quemar las ramas afectadas. Enriquecer el suelo con potasio y fósforo, y en primavera pulverizar el tronco y las ramas con insecticidas a base de paratión y líndano para eliminar los adultos sobre la corteza. Para las larvas utilizar aceites ovicidas a finales de invierno.
Nemátodos:
Se trata de unos gusanos microscópicos que pican las raíces dificultando el crecimiento de la planta.
Síntomas:
Dependiendo de la variedad de nematodo los síntomas serán algo distintos pero en general causan malformaciones en las raíces en forma de abultamientos o quistes en las raíces más finas, que son las más importantes para la planta. Estos abultamientos en ocasiones adquieren forma de rosario todo a lo largo de la raíz. Con el tiempo aparecen podredumbres en el pan de raíces y el follaje comienza a amarillear.
Remedios: Eliminar las hojas amarillas e incorporar nematicidas a la tierra. Los nematodos gustan de suelos húmedos cuando la temperatura ronda los 20 grados, así que conviene evitar la excesiva humedad del sustrato.
Enfermedades:
Oidio (o ceniza):
Se trata de una enfermedad causada por un hongo.
Síntomas:
En hoyas, brotes y botones de flores aparecen manchas con un aspecto harinoso blanquecino (de ahí el sobrenombre de “ceniza”). Si no se hace nada para evitarlo la mancha crece tomando un aspecto aterciopelado. La hoja se deforma y acaba secándose, en ocasiones acaba cubierta de unas granulaciones negras. En general el árbol pierde mucho vigor. Este hongo aparece cuando la temperatura es elevada y el ambiente está muy seco.
Remedios:
Podar y quemar las ramas afectadas. Utilizar funguicidas sistémicos, siempre que la planta lo permita, y compuestos de azufre como prevención en primavera.
Mal blanco de las raíces:
Se trata de una grave enfermedad causada por la aparición de hongo a través de picaduras de insectos o heridas de poda.
Síntomas:
Las raíces se vuelven pardas y bajo la corteza se pueden apreciar placas blancas (el micelio del hongo) con tiras de color negro. La brotación se vuelve muy débil y las ramas acaban muriendo. En otoño pueden surgir setas de sombrero amarillo en la base del árbol con escamas pardas y láminas blancas.
Remedios:
Utilizar funguicidas sistémicos desde los primeros síntomas pero con frecuencia suele ser inútil y la planta acaba muriendo.
Podredumbre:
Síntomas:
Las raíces y la base del árbol muestran podredumbre y heridas chancrosas que acabarán reduciendo drásticamente la masa de raíces. Las partes afectadas de podredumbre se vuelven marronosas con una textura esponjosa. El follaje pierde su color cayendo seguidamente; la planta se marchita con gran rapidez.
Remedios:
Evitar que el agua encharque la tierra. Evitar heridas en la base del árbol. Utilizar funguicidas sistémicos y en caso de que todavía no se encuentre muy extendida podar las raíces afectadas. En cualquier caso al igual que antes es difícil de superar.
Royas:
Se trata de una enfermedad causada por un hongo.
Síntomas:
En primavera aparecen manchas amarillentas sobre la corteza de los brotes tiernos, también es frecuente la presencia de unos bultos de los que, al reventar, surge una materia anaranjada. Por la herida abierta manará abundante savia. Los brotes llegan a secarse y las ramas se acaban deformando.
Sobre las hojas aparecerán multitud de manchas amarillas hasta que estas se sequen y se desprendan. En coníferas pueden aparecer pequeñas vesículas que revientan liberando un polvillo anaranjado para luego cicatrizar.
Remedios:
Podar y quemar las partes afectadas. Pulverizar diversas en diversas ocasiones, con un intervalo de unas 2 semanas, utilizando funguicidas específicos. Se trata de un tratamiento delicado pues el funguicida puede acabar dañando la planta.
Verticliosis:
Enfermedad causada por un hongo que penetra en el árbol a través de lesiones.
Síntomas:
Las hojas se doblan en su base mientras el limbo va amarilleando. Finalmente acaban arrugándose. Como consecuencia de esto la savia circula con dificultad y la planta pierde su vigor.
Remedios:
Evitar exceso de abonos nitrogenados. Eliminar malas hierbas y hojas muertas. Pero sobretodo cuidar y proteger las heridas con pasta selladora. Una vez se ha producido el ataque utilizar funguicidas sistémicos.
Bacterias y virus: Aunque puede que no tan abundantes como en el reino animal, existen bacterias y virus que atacan a especies vegetales. Los síntomas son muy variados pero resultan comunes las malformaciones diversas y los crecimientos anormales (por ejemplo una enorme profusión de nuevos brotes en una rama concreta). Ante estas situaciones normalmente no queda más remedio que cortar la parte afectada, quemarla para evitar contagios y cruzar los dedos para que la infección no se repita en otra parte del árbol.
Miscelánea:
Puede que no sean parásitos o enfermedades propiamente dichos pero no por ello dejan de ser un problema, en ocasiones grave, para nuestros bonsáis. Seguramente cada aficionado podría aportar varios apartados a esta lista fruto de su experiencia personal, pero hay unos cuantos bastante comunes que conviene tener en cuenta.
Caracoles y babosas:
No habitan la planta en sí pero aprovechan las frescas horas nocturnas para abandonar sus escondrijos en busca de hojas y brotes tiernos de los que alimentarse. Sus daños son erráticos aunque pueden ser muy extensos si hemos de convivir con una colonia de caracoles importante. Existen productos químicos eficaces contra estos molestos visitantes en caso de que su número vuelva impracticable eliminarlos a mano, uno a uno, y también contamos con un remedio casero realmente curioso. Resulta sorprendente pero tanto caracoles como babosas son extraordinariamente aficionados a la cerveza, así que colocar algunos platos con cerveza todo a lo largo del jardín (una marca barata servirá; les gusta la cerveza pero su paladar no es demasiado exigente) es garantía de que a la mañana siguiente se encontrarán repletos de caracoles descansando tras una larga noche de libaciones. Después simplemente nos deshacemos de ellos y repetimos el proceso tantas noches como haga falta para disminuir el número de visitantes no deseados al jardín.
Pájaros:
No presentan ningún problema en si mismos pues habitualmente poco les interesa la planta, e incluso en ocasiones son beneficiosos ya que eliminan insectos y parásitos como por ejemplo orugas, aunque en ocasiones pueden llegar a ser un verdadero fastidio.
Pájaros como por ejemplo el mirlo revolverán completamente el musgo de las macetas en busca de lombrices y larvas. No daña en nada al bonsái pero resulta exasperante encontrarte cada mañana con el suelo cubierto de trozos de musgo que se suponía que debían estar en la maceta.
Los gorriones, por poner un ejemplo, parecen sentir atracción por los brotes tiernos de algunas plantas lo que resulta un problema si da la casualidad de que se aficionan a los plantones recién salidos de semilla que uno está tratando de cultivar.
Palomas, mirlos e incluso gaviotas se pasean alegremente entre los bonsáis sin hacerles demasiado caso buscando tal vez humedad e insectos, pero resultan un tanto torpes en el suelo y cuanto más grande sea el pájaro que se pasee entre la colección de bonsáis, más posibilidades hay de que algún tiesto aparezca volcado en el suelo. Y finalmente están los omnipresentes “regalitos” que antes de irse todos nos dejan alegremente para recordarnos su visita. No es que sean especialmente dañinos, a fin de cuentas de ellos se saca el abono a base de guano, pero resulta un engorro ir limpiando las macetas cada día.
Cuando han llegado a convertirse en un problema conseguir que los pájaros busquen otro jardín en el que jugar es una tarea harto complicada en la que cada uno ha de usar su imaginación como buenamente pueda. Tiras de plástico de brillantes colores agitadas por el viento dan buenos resultados en ocasiones, en otras los aficionados han recurrido a una especie de fina red de pesca para recubrir el lugar. No hay una solución universal, ni universalmente buena.
Gatos:
Los gatos raramente se interesarán por un bonsái, y serán capaces de caminar o saltar entre ellos sin el más mínimo contacto. De hecho, y como tributo a su agilidad, en una ocasión pude comprobar como dos de ellos se perseguían a toda carrera sobre un banco lleno de bonsáis de tamaño pequeño (mames y shohin) sin tan siquiera llegar a rozarlos mientras zigzagueaban entre los tiestos.
Pero pobre del árbol que tenga una corteza al gusto de alguno de los mininos del vecindario. En cuanto encuentren al árbol adecuado no dejarán de afilarse las uñas en su corteza hasta que ésta se desprenda a tiras. En cuestión de minutos son capaces de destrozar el trabajo de un montón de años como el que no quiere la cosa mientras se liman las uñas.
La mejor solución: NUNCA dejar que se acerquen a un bonsái.
fuente: http://www.portalbonsai.com/narticulo.asp?id=14&pag=12
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mi gatomacarena medina el 3 oct 2009 |
a mi gato le encanta morder las hojas de mi bonsái, teneis alguna solución para repeler las ansias de mi gato y deje al pobre bonsái en paz?. |