Encuentros con Lo Sagrado I

   De regreso del tránsito a través de territorios profanos y sagrados, una semana más que ha de servirme para comenzar rememorando ciertos acontecimientos muy significativos y directamente relacionados con las celebraciones que acabamos de concluir. Las palabras de lamentación, sacrificio y agonía proferidas desde la simbólica Cruz del martirio y la resurrección conducen mis recientes recuerdos hacia el ciclo titulado "Música para la Pasión" organizado por el Área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid. Mi amada y yo nos disponemos a escuchar dos obras muy representativas del siglo XVIII en la iglesia de San José situada en la calle de Alcalá de Madrid. Tal vez debido a nuestro particular estado de excitación o bien por la honda espiritualidad que dentro del recinto sagrado percibimos (la capilla de Santa Teresa de Jesús es hermosísima), nos sorprendemos algo agitados a la espera del comienzo del ilustre concierto que vamos a presenciar a cargo de la excelente Camerata del Prado. El sublime acto da inicio con "Las Siete Palabras de Cristo en la Cruz" de Francisco Javier García Fajer (Nalda, La Rioja, 1730-Zaragoza, 1809), maestro de capilla en la Seo de Zaragoza entre los años 1756 y 1808 y que, por cierto, compuso en el año 1754 una ópera llamada "La finta schiava", en la que el padre de Beethoven cantó uno de los papeles principales cuando se representó en la ciudad de Bonn durante el año 1767. Escrita para dos sopranos y cuerda (violines, violas, violonchelos y contrabajo), esta subyugante creación musical nos hace meditar sobre el auténtico sentido devocional de unas fechas muy marcadas por el folclore y la fanfarria callejera. Un auténtica maravilla que nos prepara el camino para lo que está por llegar.

Y lo que viene a continuación es nada más y nada menos que el "Stabat Mater" de Giovanni Battista Draghi (1710-1736), o lo que es lo mismo, Pergolesi, ese genial niño prodigio de la música que falleció a edad terriblemente temprana, 26, años, aquejado de una gravísima tuberculosis pulmonar. Pergolesi concluyó esta irrepetible obra maestra pocos días antes de su muerte, el 16 de marzo de 1736, en el convento de capuchinos de Pozzuoli, próximo a Nápoles. El majestuoso inicio excelentemente cantado por la soprano Ángeles Tey y la Altosoprano Marta Infante, junto con la indescriptible aria "Fac ut portem" únicamente de contralto, hacen que nuestras sensaciones nos transporten a un lugar indeterminado entre la vigilia sensible y el sueño dulcificante.

Frente a semejantes creaciones del espíritu humano nos atrevemos a proponerlas precisamente como respuesta a estas desalentadoras cuestiones: ¿Cómo no perder la esperanza cuando vivimos en el eclipse absoluto de los grandes metarrelatos? ¿Por qué no abdicar de la lucha por la Justicia aunque haya caído la noche sobre el terreno del mesianismo? Por esto y porque a continuación, y dentro de la sección "Voces para la Liturgia", la excelente formación nacida de la colaboración entre la soprano Rossana Bertine y el propio director del grupo, el contratenor Claudio Cavina, y que toma el nombre de una antigua comedia anónima italiana del Renacimiento, La Venexiana, nos obsequia con un maravilloso recital dentro de la Real Basílica de Nuestra Señora de Atocha que trata de reconstruir las Vísperas de San Juan Bautista celebradas en Venecia el año 1620.

El centro del programa lo constituye la colección Selva Morale e Spirituale de Claudio Monteverdi (1567-1643), una grandiosa recopilación de obras sacras que el maestro compuso a lo largo de casi treinta años y que puede ser considerada como el equivalente sacro de sus Madrigales "guerrieri et amorosi". Las creaciones de Monteverdi son sazonadas con piezas de Alessandro Grandi (1575-1630), Ignacio Donati (1575-1638), Giovanni Gabrieli (1555-1612), y Francesco Cavalli (1602-1676), el que fuera Cantor en San Marcos de Venecia precisamente bajo el magisterio de Monteverdi y de quien escuchamos absortos un sorprendente Salve Regina cuya belleza es complicado fijar en breves y grises palabras.

Todo lo escuchado anteriormente y consecuentemente la experiencia interior que nos adviene como resultado emocional de su escucha, nos hace insistir una vez más en la necesidad de promover lecturas alternativas y enriquecedoras sobre un acontecimiento que marca sin duda un punto de inflexión en la abrupta y tortuosa historia de la sangrante humanidad. Al haber asistido también a una representación, digámoslo con suavidad, ortodoxa de la Pasión de Cristo que tuvo lugar en el enclave rural de "Las Pedroñeras", población autoproclamada "capital del ajo", toda una lección del peor y más desinformado adoctrinamiento ultracatólico de negras y fatales reminiscencias, no podemos por menos de lamentarnos de tan prejuiciosa mirada y anhelar perspectivas más liberadoras que se atrevan a indagar con valentía en los procelosos terrenos del eterno conflicto espiritual trágicamente personificado en la mítica figura de Cristo. ¿Por qué Judas ha de ser presentado como el traidor que por simple envidia o avaricia es capaz de delatar a su maestro? ¿Acaso Dios no dispuso ya de antemano todas las piezas del complicado rompecabezas de la redención y no asignó precisamente a Judas la tarea más complicada de todas, la de traicionar a Jesús una vez éste supo de los planes definitivos del Altísimo? ¿Cómo desmontar el apego superficial, banal, folclórico y meramente estético al que sucumben durante estas fechas la inmensa mayoría de la comunidad creyente y la casi totalidad de la no creyente? ¿Cómo reavivar y reconstruir una nueva Fe más allá de los tópicos y las recitaciones dogmáticas?

La luz que ahora presiono ha de llevarnos a revisitar una propuesta acorde con estas avanzadas ideas. PUSH IT EXPLORATIONS:

Martin Scorsese: La última tentación de Cristo. El maestro neoyorquino que tal vez algún día resulte definitivamente consagrado por la academia hollywoodiense, nos regala una obra mayor con todos los ingredientes precisos para convertirse en un filme de referencia. En cada nuevo visionado aparecen con más claridad matices y reflexiones sobre una figura central en la creación mitológica y sagrada ligada a Occidente, con claras conexiones orientalizantes en su doctrinario no adulterado por la manipulación paulina, Jesús, Dios revelado y encarnado en la figura de un hombre asediado por el temor, la culpa, el miedo, la ambigüedad moral y el odio, que poco a poco irá descubriendo los cambiantes planes del Padre, aceptando con resignación el camino marcado, su muerte redentora libremente asumida, para concluir con el enfrentamiento cara a cara con su última tentación: la de vivir, sentir, amar y comportarse como un ser humano más. Sin poner en cuestión la filiación divina del Cristo con el Creador, sí toma partido por la teoría adopcionista en una conveniente y sensata aproximación al misterio espiritual que supone todo acceso al círculo sagrado, como vía de conocimiento y comportamiento de rectitud moral, en un tiempo donde proliferaban como hongos profetas de toda ralea, instituciones religiosas vinculadas a privilegios políticos y un descontento popular manifestado en continuas revueltas de carácter hiperviolento. El reino de Dios está dentro de uno mismo. Hacha y amor, iluminación y comunismo primigenio, contradicciones implícitas en el reclamo de Jesús a una conciencia colectiva que no supo comprenderle hasta que Pablo, el fabulador, logró suavizar una doctrina originariamente revolucionaria. Corrobora la tesis del teólogo dominico E. Schillebeeckx, quien afirma que "El mismo Jesús no sólo revela a Dios sino que también lo oculta, ya que apareció entre nosotros en una humanidad no divina". Siempre estimulante. Muy Buena.