“Estoy triste”. Pocas veces una declaración emocional ha ocasionado tanto revuelo y tan insana especulación dentro del infladísimo y resultadista universo periodístico relacionado con ese bello y hermoso juego llamado Fútbol. El astro luso metió la pata hasta el corvejón primero al no celebrar los goles marcados (dos) frente al Granada en el Bernabéu, olvidando que ese estadio es el Templo madridista y que existe toda una liturgia sagrada que, nunca mejor dicho, es preciso celebrar, y segundo, al exponer públicamente un descontento sin dar razones concretas para facilitar su posterior explicación y comprensión, desatando en consecuencia todo un río de hipótesis y atrevidas especulaciones de toda índole, muchas de ellas emparentadas directamente con la fantasía más inverosímil y desatada.
Desde nuestro punto de vista dar en el busilis del asunto no pasa por reducirlo a cuestiones de carácter meramente económico. Veamos un ejemplo de deducción razonada. Tras las declaraciones de Cristiano, y conociendo la metodología de trabajo de su entrenador, tal vez sería de rigor preguntarse si Mourinho estaba al tanto de lo que iba a suceder, por qué no controló el entorno propiciatorio de ser este el caso, o incluso ahondar un poco más en el razonamiento trasladando el foco del conflicto al corazón del vestuario merengue, con un grupo de futbolistas enfrentados al entrenador y Cristiano viéndose envuelto, y posicionándose, en unas disputas cuyo origen se remontaría a la meliflua y excesivamente amable actitud del equipo durante el partido de ida de la Supercopa de España. Hipótesis todas ellas que se irán verificando según la información sea más contrastable, directa y fiable. Pero no es esto exactamente lo que nos interesa ahora sino más bien proponer un modelo psicológico para interpretar lo sucedido y finalizar con unos consejos prácticos que bien pudieran orientar, de leernos (sabemos que sí lo hace), las futuras decisiones de nuestro admirado y querido jugador, ahora más injustamente asediado que nunca.
Imaginemos, pues, una situación donde podríamos ubicarnos cualquiera de nosotros y olvidemos por un momento el tema económico, que a mi juicio no es el problema de fondo en el caso que nos ocupa. Nuestros enemigos son múltiples y nos atacan desde infinitas posiciones, utilizando para ello todo tipo de armas y rumores, desacreditando nuestros logros, soslayando idénticos errores en personajes semejantes o similares, y tratando siempre de ofrecer nuestro peor perfil psicológico ocultando aspectos verdaderamente positivos y loables, que los hay y muchos. Y resulta que el protagonista de la pesadilla es muy probable que haya desarrollado mecanismos defensivos de índole psicológica (fortaleza, distanciamiento, etc.) para salvaguardar un equilibro que además podría verse amenazado de forma recurrente, y bajo el impacto continuo de una presión ambiental siempre en aumento, por ciertos temores inconscientes anclados en antiguas vivencias emocionales relacionadas con fantasmas de desamparo y fracaso. Pues bien, si nuestro personaje no logra percibir una sensación fuerte e inquebrantable de seguridad en su entorno más próximo, donde le es dado desplegar todo su talento para poder reafirmar una autoconfianza que le permita lidiar con éxito frente a un territorio externo marcadamente hostil, entonces inevitablemente comenzará a experimentar una angustia existencial que le provocará: 1) dudas respecto a la solidez de los pilares sobre los que había depositado toda su confianza, 2) la percepción de que sus enemigos declarados están ganando la batalla y que, de hecho, ya están dentro de su propia fortaleza, 3) emociones negativas asociadas como el desánimo, la rabia o la tristeza, 4) comportamientos de evitación y aislamiento que finalmente parecen reforzar todo el circuito que se ha desencadenado.
Mi opinión es que efectivamente, y dada la estructura de carácter del jugador, él ha percibido “correctamente” esas fisuras dentro del propio club (vestuario dividido, cierta falta de apoyo institucional), que en lugar de ofrecerle posibilidades de solución ha reinterpretado o cifrado el descontento en una mera cuestión de números, lo que sin duda ha provocado más ansiedad en el jugador.
Dicho todo esto, y dada la situación tan delicada en la que ha quedado posicionado Cristiano respecto al club, la afición y sus propios compañeros de vestuario, ¿qué debería hacer la megaestrella madridista en aras de una pronta y deseable solución al conflicto generado? Dos puntos que Cristiano Ronaldo, jugador al que admiramos profundamente y que hemos defendido en otras circunstancias ciertamente delicadas (recuérdese la situación crítica tras el mal partido contra el Barcelona en el Bernabéu donde falló dos ocasiones clarísimas, o su mala racha goleadora al inicio de la anterior temporada) debería seguir a pie juntillas:
-) En primerísimo lugar ha de tener muy presente que la institución y marca REAL MADRID se halla muy por encima de cualquier jugador por muy supercrack que sea, y precisamente por ello es urgente aclarar la situación cuanto antes y calmar las aguas que bajan muy revueltas, tanto si la “triste” iniciativa ha partido de sí mismo como si se trata de una estrategia táctica ideada por el entrenador para recuperar el control total del vestuario, en cuyo caso también se estaría equivocando de cabo a rabo al haber situado a su jugador estrella en el centro de la tormenta.
-) En segundo lugar, aplicar la sinceridad total en sus declaraciones a la prensa o a través de las redes sociales. Convendría para ello leer muy atentamente las siguientes palabras del experto en liderazgo Bill George respecto a lo que supone convertirse en abierto y reconocido centro de interés: “El secreto para gestionar asuntos públicos es ser abierto, directo y transparente porque, en una crisis, tanto los empleados como los observadores externos son sumamente sensibles a cualquier intento de disimular u ocultar la verdad, que acaba saliendo a la luz, sobre todo si los acontecimientos posteriores ponen de manifiesto la imprecisión o el engaño de tus declaraciones.”
Para concluir, me tomaré la libertad de personalizar mi discurso con el objeto de ofrecer unos últimos consejos prácticos a modo de resumen de intenciones. Crisitiano, no lo dudes, eres muy grande y el madridismo está contigo apoyándote en cada partido que disputas o en cada reto que asumes, dentro y fuera del campo. Bastaría con aislarte de las opiniones externas, reflexionar sobre los hechos y alcanzar la serenidad necesaria para que tu decisión, sea la que sea, tenga la fuerza de la convicción y no del capricho. Si la gente percibe verdad sin repliegues en lo que dices y haces ten por seguro que lo respetará, aunque no lo guste, pero si atribuye incertidumbre, manipulaciones, u oscuros intereses detrás de tus declaraciones o actos entonces contendrá su enfado única y exclusivamente en función de un rendimiento adaptado siempre a sus exageradas expectativas y/o sus juicios implacables. Y eso último, si estoy en lo cierto, es justamente contra lo que te has rebelado y motivo básico de tu tristeza.
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#2
CR es madridistaAdri el 8 sep 2012 |
La afición madridista no debería olvidar las palabras de su genial e insustituible jugador: “Estar en el Real Madrid es la realización de un sueño que yo tenía desde niño. La historia del Real está llena de conquistas a lo largo de las décadas y fue siempre una luz que iluminó mi camino.” |
#1
Cristiano es imprescindible para MouAdri el 7 sep 2012 |
Palabras de Mou entrecomilladas (los comentarios son míos): “Con la supercalidad de CR7 es un pecado no hacer historia.” (Ya la hemos hecho con esta última Liga y no olvidemos el gol que también nos dio aquella memorable Copa del Rey o los dos de esta última Supercopa). |