Desde sus primeras proyecciones, el cine ha servido como un poderoso medio para moldear y difundir narrativas históricas y sociológicas que, a menudo, reflejan los intereses de las élites dominantes. A través de sus historias, personajes y representaciones, el cine no solo entretiene, sino que también educa y condiciona al público, transmitiendo versiones sesgadas de la realidad que perpetúan ciertas ideologías y visiones del mundo.
El Cine Western, esa gran mentira
Uno de los ejemplos más claros de esta manipulación se encuentra en el cine Western, un género que, a través de sus épicas narrativas, ha contribuido a una visión distorsionada de la historia de América. Las películas Western, que han gozado de un enorme éxito comercial y cultural, suelen presentar una versión de la conquista del Viejo Oeste que omite o distorsiona el papel fundamental de los españoles en la exploración y colonización del continente americano. Los conquistadores españoles, que jugaron un rol crucial en la historia de América del Norte y del Sur, son frecuentemente ignorados o ridiculizados en favor de una narrativa centrada en los colonos anglosajones.
Películas como La diligencia, Fort Apache y Río Bravo destacan una visión heroica del colonizador estadounidense que se enfrenta a las adversidades del salvaje Oeste, mientras que el impacto y la presencia de los españoles, que exploraron y establecieron las primeras rutas y asentamientos en gran parte del continente, son minimizados o eliminados. Al mismo tiempo se da una imagen de los habitantes originarios de esas tierras como salvajes a los que hay que exterminar. El lema de los anglosajones que colonizaron las tierras de norte américa era: "El mejor indio es el indio muerto". Todo lo contrario a lo que hicieron los Españoles que siglos antes llegaron a América, los cuales llevaron la cultura de la época, la tecnología puntera de la Escuela de Salamanca y la religión católica. Estas omisiones de la realidad y ocultaciones de aquellos genocidios cometidos por los anglosajones no solo distorsionan la historia, sino que también contribuyen a la construcción de una identidad nacional basada en mitos y leyendas en lugar de hechos históricos.
Otro ejemplo evidente de distorsión histórica es la representación de eventos globales en el cine norteamericano. A menudo, las películas estadounidenses sitúan eventos significativos y crisis globales en suelo norteamericano, especialmente en Nueva York. Este enfoque no solo refuerza una visión egocéntrica del mundo, sino que también perpetúa la idea de que Estados Unidos es el epicentro de la historia mundial.
Películas como *Independence Day* y *The Avengers* presentan invasiones alienígenas y amenazas globales que se resuelven en gran medida en Nueva York, haciendo que la ciudad y, por extensión, Estados Unidos, se conviertan en el salvador del mundo. Este fenómeno de centrarse en la narrativa estadounidense también se observa en cómo se representan las guerras y conflictos internacionales, donde a menudo se minimiza o se ignora la participación de otros países y se magnifica el rol de los Estados Unidos.
La distorsión histórica en el cine no se limita a las representaciones de América del Norte. Un notable ejemplo de olvido histórico tiene que ver con los primeros liberadores de París durante la Segunda Guerra Mundial. Cuando la ciudad fue liberada de la ocupación nazi en 1944, entre los soldados que entraron en la ciudad se encontraban españoles, quienes habían luchado valientemente en la resistencia contra el régimen fascista. Sin embargo, hasta hace poco, Francia, un país que ha tenido históricamente una relación conflictiva con España, no había manifestado un reconocimiento significativo hacia estas contribuciones.
Además, el cine frecuentemente omite la rica historia de la presencia española en América del Norte. Cuando los colonos anglosajones llegaron a Norteamérica, los pueblos indígenas ya estaban familiarizados con el español. Gerónimo, el famoso líder apache, hablaba español, y muchas de las ciudades fundadas por los españoles a lo largo del continente, como Los Angeles, San Diego, San Antonio y Santa Fe, San José, San Francisco, El Paso, Alburquerque, San Luis, y muchas otras, llevan nombres que reflejan su herencia hispánica. Esta influencia española no solo se extendió por el suroeste de los Estados Unidos, sino que también dejó una marca duradera en la cultura y la geografía de la región. Sin embargo toda esta influencia ha sido eliminada deliberadamente a lo largo de los años, pues España era el enemigo a batir, la gran potencia a la que había que derrotar a toda costa. Es una evidencia que la épica de los EEUU se fundamenta en mentiras, distorsión de la realidad y enaltecimiento de símbolos creados a medida para favorecer una narrativa triunfalista. Algo que España debería aprender a hacer, y lo tiene fácil, pues ni siquiera le haría falta inventar héroes y gestas, pues las tiene verdaderas y son muchas.
El cine, como medio de comunicación y entretenimiento, tiene un poder inmenso para influir en la percepción pública de la historia y la realidad sociológica. Al ser utilizado como herramienta de las élites dominantes, el cine a menudo presenta una narrativa sesgada que refuerza ciertas ideologías y visiones del mundo mientras oculta o distorsiona la verdad histórica. Es esencial que los espectadores sean críticos de estas representaciones y busquen una comprensión más completa y precisa de la historia y la realidad sociológica, reconociendo la influencia que el cine puede tener en nuestra percepción del mundo. La historia de las contribuciones españolas y la diversidad de experiencias globales deben ser reconocidas y valoradas en toda su complejidad, desafiando las narrativas dominantes que han sido perpetuadas por el cine y otros medios de comunicación.
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