Ó 2005 Sergio Lasuén (el autor)[1]
El análisis armónico de una obra es, en muchos casos, una herramienta esencial para su comprensión y por tanto, para una correcta interpretación. Es por ello, por lo que han proliferado distintas formas de ver un mismo hecho, a través de distintos cifrados, modo de llamar a los distintos acordes, etc.
No obstante, en la práctica, el hecho que definen suele ser el mismo, y tan sólo en determinados momentos los distintos sistemas pueden entrar en conflicto. Desde un punto de vista tonal, quizás una de las familias de acordes más reconocidas en la mayoría de estos sistemas, es la de los dominantes secundarios.
Empezaremos desde el principio. Partimos de la armonización triádica de una escala mayor, por ejemplo Do mayor:
Los acordes llamados “diatónicos” tienen una gran probabilidad de aparecer en cualquier obra tonal. No necesitan justificación, y su ordenamiento establecerá las distintas cadencias y una mayor o menor tensión armónica en cada momento, así como la necesaria direccionalidad del discurso armónico inherente a cualquier obra tonal.
Además de estos acordes, existen una serie de acordes “no diatónicos”, agrupados en distintas familias, como pueden ser acordes de intercambio modal, dominantes secundarios, “substitutos” de dominante[2], etc. Todos estos acordes, aparecen en función de unas características propias, y en algunos casos vienen justificados por alguno de los acordes diatónicos distintos del formado sobre la tónica.
Centrándonos en la familia de acordes con función de dominante, podríamos definir los dominantes secundarios como acordes no diatónicos, con función de dominante que resuelven o tienden a resolver sobre un acorde diatónico.
Pongamos un ejemplo. A partir de la siguiente estructura de acordes diatónicos,
“...estos acordes no surgen como modificaciones de los acordes normales sino que son esencialmente distintos”.[7]
No obstante, nos parece más claro utilizar otro tipo de cifrados que relacionan el dominante secundario con su acorde objetivo. Entre ellos, podríamos citar el utilizado por Diether de la Motte[8] , un cifrado muy conciso aunque de extrema complejidad, y el que hemos utilizado nosotros anteriormente, frecuente en gran variedad de libros de análisis. Dicho cifrado puede ayudarse mediante flechas, tal y como hace Enric Herrera[9], adaptando al castellano la “metodología Berklee”.
A pesar de la gran variedad de cifrados existentes para los dominantes secundarios, no es frecuente encontrar cifrados específicos para los dominantes por extensión, entendiendo dichos acordes como acordes con función de dominante no diatónicos que resuelven o tienden a resolver en acordes también no diatónicos. Es decir, si tenemos en do mayor la siguiente progresión:
Por tanto, podremos analizar, en este caso F#7 de forma distinta en los dos ejemplos, y ya desde un primer momento sabremos cuantos acordes nos faltan para llegar al acorde diatónico, en caso de que se respete una cadena de dominantes estándar, y además de qué grado diatónico se trata. Este cifrado además, nos permitirá generalizar la progresión para cualquier tonalidad, dado que empleamos números romanos. También se podrían seguir utilizando flechas, si creemos aportar más claridad a la resolución de cada dominante.
[1] Usted puede imprimir, hacer un link desde su web, copiar o citar este artículo con fines educativos y siempre que sea sin ánimo de lucro. No puede reproducir este documento electrónicamente, incluirlo en un sitio web o incorporarlo a cualquier tipo de producto comercial sin permiso por escrito del autor. (You may print, copy, link to, or cite this document, for non-profit educational purposes, so long as credit is given to the author as per fair use. You may not reproduce this document electronically, enfold it into a web site, or icorporate it into a saleable product without written permission from the author).
[2] También llamados sustitutos tritonales.
[3] Nótese que no ponemos V7/VI- , dado que la función de dominante del modo menor implica la utilización de la sensible y por lo tanto la alteración propia de la llamada escala menor “armónica”. Al utilizar esta alteración, el acorde de séptima de dominante que se forma sobre , en este caso, La menor, sería el mismo que el acorde de séptima de dominante que se formaría sobre La mayor.
[4]PISTON, Walter. “Armonía”. Pág. 249
[5] SCHÖNBERG, Arnold. “Armonía”. Pág.205
[6] El propio término nos parece contradictorio. Una modulación implica cambio de centro tonal, y la palabra “introtonal” se refiere a “dentro de un mismo tono”. En un mundo como el nuestro, en el que no puede darse la coexistencia de contrarios, no es posible ser y no ser al mismo tiempo. Tal vez sea posible en otra dimensión...
[7] RUEDA, Enrique. “Armonía”. Pág.77
[8]RUEDA, Enrique. Op. Cit. Pág 77
[9] DE LA MOTTE, Diether. “Armonía”
[10] HERRERA, Enric. “Teoría Musical y Armonía Moderna. Vol.I”. Pág 83
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